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Entrevista

Maria Cunill Aragón: "A mi padre lo mataron por anarquista, buscar sus restos me da fuerza"

"La Guerra Civil nos partió la vida, dividió a la familia. Crecí con miedo. No tengo odio, tengo rabia"

Maria Cunill Aragón: "A mi padre lo mataron por anarquista, buscar sus restos me da fuerza" Maria Cunill enseña una foto de su madre, Catalina Aragón.

El pasado 31 de mayo, el Parlament balear aprobó la Ley para la Recuperación de Personas Desaparecidas durante la Guerra Civil y el Franquismo. Contó con el apoyo de todos los grupos políticos. En el acto de celebración estuvo Maria Cunill Aragón, codo con codo con los integrantes de Memòria de Mallorca. Ella es una de las miles de personas que busca los restos de sus familiares. Ella busca a su padre, Juan Cunill, asesinado en Cádiz "por anarquista". Él nació en Santa Maria del Camí pero dejó la isla en 1922,"cansado de comer habas" y se fue a Cádiz, contratado por el empresario gaditano Salvador Robles, a trabajar a la pastelería Viena "para hacer mil ensaimadas diarias".

En pocos años Maria, su hija póstuma, ha ido tirando de un hilo muy delicado, a cada avance, un dolor más profundo pero a la vez, un tirón de fuerza. "No soy valiente. Desde pequeña se me dijo que no hablara. El miedo lo llevamos dentro. Soy apocada pero cuando hablo de este tema, me vuelvo fuerte", asegura. Ahora tiene la esperanza de encontrar los restos de su padre en una fosa en Puerto Real. "Se sospecha que puede estar ahí; él fue de los primeros fusilados. Ya han sacado 180 esqueletos".

Maria tiene dignidad. "No soy una persona instruida, pero desde que decidí buscar a mi padre ha surgido dentro de mi una fuerza enorme. No pararé hasta encontrarlo y traer sus restos a Mallorca, su tierra. Quiero recuperar a mi padre y que cuando yo me muera, pueda estar con él todo la vida que nos han robado". Lo dice en seco. Apenas hay lágrimas. Llegarán más tarde. Ha llorado demasiado."Solo hablan de pasar página las personas que no tienen desaparecidos. Se ha de saber la verdad"

-Usted estuvo en la aprobación de la ley para localizar y exhumar las fosas del Parlament balear. ¿Cómo homenaje?

-Sin duda, y por solidaridad. Hacen un trabajazo. Les ayudaré mientras viva. A mí me cambió la vida una entrevista que me hizo Margalida Capellà en 2003 en la que acabé con el silencio que había presidido mi vida y también el hecho de asociarme a Memòria de Mallorca. Soy la socia número 10. ¡No podía faltar en un día de celebración, este 31 de mayo, porque todas las personas que reclamamos a nuestros desaparecidos estamos en una causa común!

-Hábleme de su caso.

-Mi padre nació en Santa Maria en 1892. Tuvo que hacer de payés pero aprendió el oficio de pastelero y trabajaba en el Forn de Sant Crist en Palma. Ahí un señor de Cádiz le ofreció irse a su negocio para hacer ensaimadas, mil, ¡para toda Andalucía! Mi padre le dijo que sí. 'Me voy, estoy cansado de comer habas', le dijo a su hermano Miquel, que vivía en Es Vivero. El negocio iba bien. Conoció a mi madre, Catalina Aragón, de Chiclana, y en 1924 se casaron. Ella tenía 18 años; él, 32. El negocio iba bien pero él quería prosperar así que le ofreció al dueño comprarle un bar, La Diana, y pagárselo poco a poco. Le dijo que sí. Las cosas iban bien. Tenían cuatro hijas; mi madre estaba embarazada pero no le dijo nada a mi padre. Nunca supo de mí. Ese 18 de julio fueron a la playa, pero alguien avisó a mi padre que fuera con cuidado, que la cosa pintaba mal, que estaban deteniendo a gente. Mi padre estaba en la CNT. Esto lo he ido averiguando después. Él escribió poemas en Mundo Obrero. (Aquí Maria se emociona mientras enseña una fotocopia del escrito de Juan Cunill). Bueno, sigo. Mi madre con mis cuatro hermanas fueron a la casa y él al bar. Se encontró que estaba precintado. Allí mismo se lo llevaron.

-¿Por anarquista?

-Claro; y también se dice que porque un comandante que nunca pagaba su cuenta en el bar, al serle reclamada por mi padre, fue y airadamente le amenazó: 'Te voy a meter en un sitio donde no vas a ver más la luz del día'. Pero lo mataron por ser republicano, por estar en el sindicato de la CNT. Ahora ya tengo fe de muerte, lo mataron la noche del 22 de octubre de 1936 pero no sabemos nada más, ni si le hicieron consejo de guerra, ni nada. Lo peor ha sido enterarme del chivatazo.... El marido de una hermana de mi madre, Antonio, lo delató. Se me vino el mundo encima.

"Ya tendrían que haber derribado sa Feixina. Cuesta dinero, dicen, pero ¿no valen nuestros muertos?

-¿Qué ocurrió con su madre, sus hermanas... ?

-Mi madre pudo ver a mi padre los primeros días de su detención en la prisión provincial; después le trasladaron a la fábrica de Torpedos y al final sería trasladado al Penal de Santa María. Ella iba los jueves a verle, a veces con mis hermanas. Le llevaba ropa y, sobre todo, tabaco. Le pasaba mensajes a mi madre en el papel de fumar. Los guardo todos. Tengo el último escrito por él: "Catalina, si me pasa algo, ves a Mallorca, a casa de Miquel". Cuando fue a verle, y se encontró con un letrero en el que decía que no estaba, se le vino el mundo encima. Se puso a gritar, desesperada. Los fascistas la amenazaron que le pasaría lo mismo si no dejaba de chillar. Se fue a Mallorca. El billete, por mediación de mi tío, lo pagó el alcalde de Cádiz Ramón de Carranza. De las cuatro hijas, dejó a una en Cádiz con sus familiares. Yo a mi hermana Margarita la conocí cuando yo ya tenía 38 años y fui a Cádiz.

-¿Cómo fue su vida en Mallorca, también en guerra?

-Muy, muy dura. Tuvo que separarse de mí, porque con tanta hambre no tenía leche, y me dieron a una ama de cría. Otra de sus hijas fue a casa de unos tíos. Mi madre trabajó como una burra de cocinera, nodriza en la casa de los Fiol en es Vivero. Tenían una fábrica de zapatos. Con el tiempo, buscó una casa en el Pont d'Inca para vivir con sus hijas pero a mí tuvo que dejarme con la tía Catalina Capellà, que regentaba el bar Las Palmeras junto a mi tío. Mi madre enfermó de tuberculosis y se volvió a Cádiz. Yo, a los 7 años, me quedé sin madre, ni hermanas, sin familia, aunque como era una niña y estaba muy bien en casa de mis tíos, no era demasiado consciente. Sí que recuerdo que mi tía me vestía muy bien y me sentaba en el porche del bar para que mi madre me viera. Ella iba en el tranvía y me saludaba: 'adiós cariño, adiós amor mío'. Guardo el papel en el que firma la cesión de tutela a mis tíos. Mi madre moriría en Cádiz en 1945, de tuberculosis y de pena.

-¿Es posible la reconciliación?

-Lo que creo es que España solo será democrática si permite que se sepa toda la verdad. Por eso es tan importante que se puedan abrir las fosas, que se pida perdón. Asesinaron a los nuestros y nos robaron. No, no se puede pasar página.

-¿Siente odio?

-No, siento rabia porque este gobierno ni siquiera ha pedido perdón, y han apartado al juez Garzón. No quieren que se sepa la verdad. Esto no es una democracia. He tenido mucho miedo, pero ya no. Buscar a mi padre me da fuerzas. Mis hermanas no me entienden; mis hijos y mis sobrinos, sí.

-¿Derribaría el monolito de sa Feixina?

-Ya lo tendrían que haber derribado hace tiempo. Si la excusa para no hacerlo es que cuesta dinero, yo les pregunto, ¿y nuestros muertos, no valen nada?

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