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El gran comercio asiático

La avenida Shanghái

Cerca de una veintena de tiendas mayoristas regentadas por familias chinas llenan Gremi de Sabaters, una de las calles secundarias del polígono de Son Castelló

La avenida Shanghái

Qué fácil es perderse por el polígono de Son Castelló si no lo conoces como la palma de la mano. Calles casi idénticas en paralelo y en perpendicular que solo se distinguen por el sentido de la circulación. Bueno, y por los negocios que tienen. En los últimos años, una de las vías secundarias de la zona industrial se ha diferenciado del resto por la alta concentración de comercios chinos. Se trata de la calle del Gremi de Sabaters, que los trabajadores de la zona han rebautizado como la avenida Shanghái.

Casi una veintena de naves industriales tienen negocios con productos importados del país asiático. Todos se centran en la venta mayorista. La ropa y los zapatos son los bienes que más se repiten, aunque también ofrecen cosas tan dispares como objetos de regalo o souvenires.

Hace más de una década que los primeros empresarios chinos se instalaron en Son Castelló, aunque la explosión llegó hace seis años. Los negocios extranjeros se multiplicaron en suelo industrial con el objetivo de distribuir productos a tiendas de barrio, paradas de mercadillo u otros negocios. Y hoy en día siguen sumando suelo.

El punto de mayor concentración es Gremi de Sabaters, aunque también tienen negocios en la gran vía Asima, donde hay un restaurante enorme, o en los polígonos de Can Valero, Son Morro o Son Fuster.

Los pocos dependientes chinos que han accedido a hablar con este diario reconocen que sus empresas se concentran en el mismo territorio por algo tan simple como hacerse competencia descarada: la clientela ya transita esa zona en busca de productos baratos, por lo que así es más fácil que entren a sus comercios.

María Dolores Horrach es la gerente de Horrach Polígonos, una inmobiliaria especializada en suelo industrial. Explica que los asiáticos prefieren arrendar en vez de comprar y han aprovechado la bajada de los alquileres de los últimos años para trasladarse de la ciudad hasta el polígono. "Son duros negociando el precio, pero luego son buenos pagadores. La política de un asiático es que, cuando no puede pagar el alquiler, cierra el negocio. No acumulan deudas", comenta. La competencia tampoco es un problema para ellos y lo que buscan es colocarse lo más adelante posible de Gremi de Sabaters para enganchar a un mayor número de clientes potenciales.

Las importaciones chinas crecen en Balears desde 2012 hasta ahora. En 2015 rozaron los 65 millones de euros, según los datos de las aduanas recabados por la Agencia Tributaria. Sin embargo, no son cifras récord. Los mejores años para el tráfico comercial con el país comunista fue en 2008 y 2010, cuando se superaron los 100 millones de euros en productos traídos desde Asia al archipiélago.

La potente -y desregulada- economía china está lejos de ser la que tiene mayores intercambios comerciales con el archipiélago. En el número 1, cómo no, está Alemania, con productos importados por valor de 254 millones de euros durante el 2015. Le siguen Italia (233), Reino Unido (187), Países Bajos (136), Francia (132), Austria (114) y Estados Unidos (99). La República Popular China ocupa el octavo lugar, con 65 millones de importaciones el año pasado. Esa cantidad representa el 4,2% de las importaciones totales de Balears, lo que supone que se hayan multiplicado por siete desde el año 2000.

Crecimiento lento y sostenido

El presidente de la Asociación de Empresarios Chinos en Balears, Antonio Yoh, afirma que "el comercio chino, aunque no se expande muy rápidamente, sí está creciendo". "Abren más negocios de los que cierran. Estas tiendas funcionan muy bien al principio, porque traen un producto novedoso, pero empiezan a decaer cuando pasa un cierto tiempo", agrega Yoh. Luego, explica, intentan traspasar el negocio a otro empresario chino o bien lo cierran si no encuentra un relevo.

Entre los negocios vecinos de Gremi de Sabaters, hay opiniones dispares sobre la expansión extranjera. Por ejemplo, en el bar Café y Más, la propietaria asegura que son "muy majos" y que a menudo los trabajadores de diferentes tiendas "se conocen entre ellos y meriendan juntos". Bilal y Mesaoud, dependientes de Marroquinería Munisma, cuentan que sus vecinos chinos "trabajan más que nadie".

Aunque la mayoría coincide en que son gente amable y que no molestan a nadie, también hay quien ve movimientos sospechosos (aunque sin pruebas para demostrarlo), basadas más bien en el miedo al extranjero que en la percepción real. Aníbal, del desguace CARD Son Castelló, es uno de los trabajadores que usa el mote de avenida Shanghái. Bromea con la cantidad de tiendas que han abierto en los últimos años: "Comercio que cierra, tienda de ropa que abren. No hay tanta gente en Mallorca para comprar tanta ropa". A diferencia de lo que sucede en los barrios de Palma, en el polígono no regentan bares, sino que se centran solo en el comercio mayorista.

Una de las tendencias de los últimos años ha sido el cierre de pequeños comercios de barrio para inaugurar grandes naves industriales en los polígonos. De hecho, en dos de las calles principales de Pere Garau (Arquebisbe Aspàreg y Francesc Manuel de los Herreros) se han vaciado muchos locales comerciales que antes regentaban familias chinas. Desde 2010, la calle del Gremi de Sabaters ha notado esa explosión del capital chino, que aún hoy dura. Ahora dos naves industriales situadas al principio de la calle (enfrente de Cafés Rico) están en reformas para abrir en breve dos nuevos comercios asiáticos.

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