Mientras se celebraban las Vísperas en el interior de la Catedral, un grupo de fieles de la parroquia de Santa Eulàlia colocaban los últimos pétalos de flores con los que escribían la palabra misericordia. Un par de horas más tarde, el camino de flores serviría de linde en el paso de la procesión del Corpus que se celebró ayer, sesenta días después del Domingo de Resurrección. "Es el año de la misericordia", apuntaba una mujer al cuidado de las flores.

Horas más tarde, y casi a punto de que llegara la custodia a la plaza de Cort un turista interrogaba a un policía local, a las puertas del Ayuntamiento, que sí estaban abiertas. "¿Qué pasa aquí, qué es esto?", preguntaba el extranjero. El agente titubeó y acabó diciendo: "Un acto de cristianos".

Efectivamente, el Corpus Christi ensalza la figura de Jesucristo tal y como se encargó de recordar el obispo Javier salinas en su homilía en la Misa celebrada en la Seu. "Hoy es la fiesta grande de la vida, por eso el paseo por las calles, porque el Jesús del milagro del pan y los peces, el de la Eucaristía, no se encierra en la Catedral".

Comunión

Ante un templo a rebosar, el obispo de Mallorca pidió a los fieles que fueran a comulgar "con fe, no arrastrando los pies".

Mientras concluía la celebración de la liturgia, afuera un centenar de personas aguardaba el inicio de la procesión del Corpus, confundidos entre los cossiers de Palma, los cavallets, los tamborilers de la Sala y la banda municipal. Todos ellos participantes del desfile cristiano que ha ido modificándose en algunos de sus ritos, aunque sutilmente. Ya nadie estrena traje para la ocasión, ni los niños que hacen la comunión se les viste con americana. Sí se conservan algunos como el que los niños que hayan hecho la comunión en el año en curso, puedan participar de la misa en el altar. Ayer fueron cinco los niños que lo solicitaron, entre ellos la hija del política del Partido Popular, Fernando Gilet.

Lo más vistoso de este desfile en el que vuelven a desfilar algunos de los estandartes de las cofradías de Semana Santa es el paso de la Lledània, el rosetón hecho con flores de cera y que es portado por los miembros de la junta directiva de la Associació de Confraries de Setmana Santa de Palma. También son distintivos del gusto de los creyentes, y de los aficionados al ritual eclesiástico la exhibición del conopeo, una especie de sombrilla, y el tintinábulo, un pequeño campanario, ambos dos acreditan a la Catedral con el título de Basílica.

Pétalos de flores

En el recorrido por algunas de las calles del centro histórico de Palma, se vieron algunos balcones engalanados con damascos color burdeos. Algunas personas se asomaban a ver la procesión y desde sus balcones lanzaron pétalos de flores sobre la custodia, otras personas se arrodillaban a su paso, muy pocas, mientras desde la comitiva se entonaban cantos religiosos como el de Pescador de hombres.

El Cabildo se sumó a los cantos cuando éstos tenían una música estrictamente religiosa como el Brotes de olivo, pero no dieron voz a una versión más popular del Cantemos al Amor. Algunos de ellos, además no pudo evitar poner un rostro contrariado.

La procesión fue ovacionada al entrar la sagrada forma y el obispo de Mallorca en la plaza de Cort. Poco después seguirían hacia el Consell y de ahí a casa, la Catedral.