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Port Olímpic

Port Olímpic asegura ante las críticas que "Calanova seguirá siendo un club familiar"

Las actuales obras dan más espacio a amarres para barcos de hasta 25 metros de eslora que son justificados por los concesionarios "para adaptarnos a las exigencias de mercado"

Cerramiento de la bocana que según los concesionarios de Calanova es lo más importante de toda la obra que se lleva a cabo.

No se acallan las voces contra Calanova, actualmente en manos de la empresa Port Olímpic de los hermanos Elvira, que se vio beneficiada por la decisión del anterior Ejecutivo de otorgarles la concesión del club y la Escuela de Vela de San Agustín a finales de 2013.

El cierre de la bocana con un dique de 80 metros es uno de "los puntos oscuros" que algunos vecinos y residentes en la zona achacan a una obra que firma el ingeniero Juan José Lemm, el mismo que ha concebido la ampliación del club del Molinar que ha sido contestada por la ciudadanía con el apoyo de la Administración. Los concesionarios argumentan que era necesario por "la inseguridad que generaba la agitación de las aguas ", y por ello se ha cerrado formando una L de hormigón. Cuentan con licencia y por el momento no hay informe que hable de impacto medioambiental pero algunos residentes como Bernardo Balaguer no lo creen. "¿Cómo no va a afectar al mar esa enorme masa de hormigón?", se pregunta.

Otras opiniones negativas se refieren a que lo que fue un club familiar se convierta en manos privadas en "una marina". Los concesionarios aseguraron que "Calanova seguirá siendo un club familiar pero había que adaptarlo a las exigencias actuales", indica Felipe Elvira.

Esos reclamos pasan por levantar el suelo del varadero algo más de 30 centímetros y, sobre todo, y lo que más critican algunos amarristas como Juan Cueto, "incumplir el proyecto de amarres al ceder el espacio del espejo de agua a barcos con mayor eslora. Calanova, así, se convertirá en una gran marina".

Los explotadores lo niegan. "Nos adaptamos a las exigencias del mercado", reitera Felipe Elvira, el director de la Escuela Nacional de Vela; que se traduce en 40 amarres menos -de 212 se ha pasado a 172, pero han hecho sitio a embarcaciones de esloras de hasta 25 metros, en total ocho amarres. De éstos, han vendido, o para ser más precisos han otorgado la cesión de uso, a seis. Al preguntarles por el precio, señalaron que era "complejo darlo con precisión" porque cada uno podía ser distinto, ya que las cesiones pueden ser de 5 a 25 años. Cada barco es un caso, lógicamente.

Los yates o motoras de 12 metros pagan 800 euros al mes. Antes la tarifa era de 350 euros. El incremento es visto desde distintas ópticas. "Estábamos dispuestos a pagar un aumento entre 25 y un 30 por ciento, pero de ahí a pagar uno de 300-400 por cien más durante el mismo año nos ha obligado a muchos a irnos. Dijeron que el aumento iba a ser gradual, y lo han incumplido", se queja Juan Cueto, presidente de los amarristas.

Los empresarios madrileños recuerdan que "muchos de ellos se habían beneficiado durante años de tarifas muy económicas, propiciando listas de espera enormes. Calanova tenía pérdidas de 1,5 millones de euros. Las pagaban el resto de mallorquines sin barco con sus impuestos. No era sostenible. El gobierno en lugar de perder ingresos, cobrará 750.000 euros anuales". Además, insisten en que "la marina seca daría solución a las embarcaciones más pequeñas para darles precios más asequibles". Por el momento, la idea de la marina es solo "una solución alternativa" que sigue sin tener permiso.

Otro tema que preocupa a los residentes es comprobar cómo "la zona de baño público se ha quedado 'atrapada' ya que han privatizado un trozo y han dejado un paso estrecho para los bañistas", cuenta Bernardo Balaguer. La zona está a la izquierda del Calanova.

"Estamos preocupados porque la impresión que tenemos es que el dique construido va a alterar la flora. Vamos a ponernos en contacto con partidos políticos para ver qué podemos hacer", añadió.

Reconoce que "al principio pensábamos que iba a ser un bien, pero ahora nos tememos lo peor". El anterior Govern conservador encaminó su política a privatizar la gestión de los puertos. El actual equipo no ha movido ficha en el "club familiar" de Calanova.

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