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Mujeres de hoy

"El ejemplo de los Sureda Montaner me ha enseñado a vivir en libertad"

Catalina Sureda Canyelles: "La isla se ha vendido a los extranjeros; al mallorquín le interesa más el dinero que la cultura"

Catalina Sureda sigue la estela artística familiar; ella desde la escultura, principalmente.

Catalina Sureda Canyelles fue la última persona que nació en es Molí de Sa Cabaneta, hoy actual Museo del Fang. Hija del pintor y dibujante Pedro Sureda Montaner, nieta de la pintora Pilar Montaner y del mecenas Juan Sureda, sobrina de Jacobo Sureda, el amigo de Borges, y de la artista Pazis Sureda, es consciente de tener un gen muy especial. "¡Siempre digo que somos de Suredilianda!", sonríe. Para no contradecir a la genética, ella es también artista aunque lo suyo es la cerámica. Ahora proyecta en su cabeza una pieza en gran formato. Sin que parezca una contradicción apunta: "El arte está en lo pequeño, en lo más insignificante".

Catalina Sureda vive unos espléndidos 58 años que cuida nadando y cultivando la belleza. Rodeada de algunos de los objetos que pertenecieron a la casa de sus abuelos en el ya vendido Palacio del Rey Sancho en Valldemossa, y de muchos de los dibujos y cuadros de sus padre, que fue colaborador de La Codorniz y de Diario de Mallorca, entre otras publicaciones, disfruta de ese entorno urbano que mira de costado a la casa de J. Mayol, más conocida como Can Gilet, tras años de vida en Valldemossa y sa Cabaneta. La acompañan también sus cerámicas y esculturas, una mujeres de largas piernas que parecen su calco. Su melena rizada y pelirroja le otorga un aire de otro tiempo. Es la plasmación de un Dante Gabriel Rossetti pero como ella misma dice: "¡Soy una mujer contemporánea!".

-¿Era inevitable seguir la estela familiar que les vincula al mundo del arte, de la cultura?

-Imagino que sí. En el colegio, la única matrícula que saqué en mi vida fue en dibujo. De pequeña acompañaba a mi padre a pintar y le limpiaba los pinceles. Siempre me decía que había cuidarlos muy bien, y se me ha quedado grabado. Mis otras hermanas también están vinculadas con ese mundo de la belleza que nos impregnaron nuestros padres. No creo que todo aquel que pinte sea un artista, quizá tenga técnica pero ésta no basta.

-¿Quién lo es?

-Creo que es cualquier persona que tiene capacidad de ver la belleza, no solo crearla. El arte está en lo más insignificante, en lo pequeño.

-Usted ha trabajado mucho en cerámica. Hay quien considera que es un arte menor. ¿Qué piensa usted?

-Son los resultados los que hablan. Si un ceramista es artista, hay arte en sus piezas.

-Usted, igual que su abuela, no se prodiga en los circuitos artísticos.

-Soy una pintora más clásica. Es posible que no me vean como una artista contemporánea, pero los galeristas son libres de elegir. Mi abuela pintó mucho pero expuso poco, es cierto. Yo creo que el gen de los Suredas de la libertad también lo tengo. Soy una mujer muy libre, pero también me parezco a mi madre: soy al igual que ella, muy ´arremangada´. Mi padre no hacía nada más que pintar."Mallorca no ha reconocido a mi abuela la pintora Pilar Montaner porque era mujer y estuvo fuera del circuito"

-Ustedes también tuvieron que vender como tantas otras familias mallorquinas. ¿Mallorca se ha vendido a los extranjeros?

-Nuestra familia tuvo que vender, y qué remedio. ¿Cómo puedes mantener todo este patrimonio? En cuanto a vender a los extranjeros, sí, creo que la isla se ha vendido totalmente a ellos. A diferencia de Menorca que ha sabido mantener mejor su patrimonio. Creo que se ha de luchar para que se mantenga un espacio verde, pero claro, vivimos del turismo... ¡No sé qué solución puede haber, cómo encontrar el equilibrio, vivir sin perder esa belleza que es lo que les atrae a los viajeros! Tampoco creo que se les ha de criticar puesto que nosotros somos turistas también. Creo que no se va a poder hacer nada porque la gente va a seguir viajando por el mundo haciendo turismo.

-¿Conoció a su abuela Pilar Montaner? Ella pasó los últimos años de su vida con ustedes en sa Cabaneta.

-No la recuerdo. Yo tenía cuatro años cuando ella se murió. A mis hermanas Elvira y Ñon les hizo retratos; a mí no. De todos modos, los Sureda Montaner me han marcado en la manera de vivir en libertad y estar inmersa en el arte y en este mundo de la belleza, aunque fue mi padre quien me enseñó.

-Pilar Montaner, alumna de Sorolla, y muy estimada en su momento, ¿es una mujer olvidada por los mallorquines?

-Creo que Mallorca no la ha reconocido suficientemente. Era muy buena pintora pero claro, era mujer, y encima siempre se mantuvo al margen de la venta de sus obras. No quiso entrar en el circuito. En honor a la verdad, la familia tampoco hemos hecho nada.

-¿Por qué?

-¡Somos muy mallorquines! Si fuéramos de otra manera, podría haber un Museo Sureda, con todos los objetos que aún quedan, los cuadros. Mis hermanas y yo ahora estamos pensando en crear una fundación o algo así dedicada a la familia, sobre todo a Pilar Montaner y a nuestro padre. Él fue un gran pintor.

"Estoy en contra de que derriben el monolito de sa Feixina; es obra de un gran arquitecto. ¡Y no soy facha!"

-¿Por qué optó por la escultura, la cerámica y no la pintura?

-No sé. De pequeña aprendí a hacer siurells con mestre Felip y madó Bel. Fui a clases con el escultor Mario Vives porque mi padre habló con él; él ya no daba clases a nadie. Después me enseñó la escultora Remigia Caubet, y ya después estuve veinte años sin hacer nada. Ahora vuelvo a pintar pero prefiero la escultura.

-¿Veinte años alejada del arte, porqué?

-Del arte no. Me casé y estuve trabajando en la tienda de enmarcaciones Pinzell. Al parecer tenía buen gusto para enmarcar. Carme Font, la gobernanta de Marivent, siempre me pedía consejo. Ahí, en contacto con tanta obra de arte, fue otra manera de seguir en contacto con el mundo de la belleza. O sea que nunca he estado desligada del arte. En esos años veía muchas esculturas, y algunas no me parecían buenas. Creo que de esa rabia de ver obras que yo podía hacer mejor, decidí regresar. Entonces me apunté a clases con Maria Isabel Ballester. Ella me ayudó a sacar lo que llevaba dentro; yo les llamo ´mis almas´. Mis esculturas son almas que aparecen a través de mis manos.

-¿Cree que al mallorquín le interesa el arte?

-No, le interesa por encima de todo el dinero.

-¿Palma, cuida sus esculturas públicas?

-Creo que la administración no las cuida lo suficiente. Me gustaría decir que estoy en contra de que derriben el monumento de sa Feixina porque es la obra de un gran arquitecto. Me parece fatal además gastar ese dineral. Estar en contra del derribo no es de fachas. Le diría al alcalde que se fuera a ver la exposición que ha montado ARCA. Le abriría los ojos.

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