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Palma a Palma

Lluvia primaveral

Lluvia primaveral

La lluvia en primavera es muy distinta a la invernal. Tampoco tiene la futilidad del chaparrón veraniego. Es una lluvia plena, pero al mismo tiempo pictórica. Cinematográfica. Entra en un juego de contrastes meteorológicos de lo más variado. Y como tal, resulta mucho más interesante que las otras.

La lluvia invernal, por ejemplo, es pesada y densa. De cielo oscuro y tarde aventada. Es una lluvia intersticial, que se cuela por los rincones y los zapatos. Fría, algo desangelada. Arrastra las hojas secas, las ramas, como pequeños naufragios callejeros. Es una lluvia que pone triste, que deprime. Que te incita a esconderte en un refugio y esperar a que pase.

En cambio, la lluvia de primaveral es epigonal. Nos indica que los rigores del frío, el agua y la nieve ya se han acabado. Y por lo tanto, está llena de lozanía y esperanza. Cuando llueve, los sonidos de la calle se amortiguan. Los colores adquieren tonos más vivos. Y es el momento para pasear por los grandes espacios, como el Parc de Sa Riera. Que en esos momentos es todo tuyo. Como un regalo de distancia y de luz.

La lluvia primaveral cae sobre plantas y hojas verdes. Produce riachuelos que pronto desaparecen. Y llena la ciudad de un perfume fresco y renovador, que respiras bien a fondo. Es una lluvia generalmente breve, sin demasiada continuidad. Botticelliana. Y puede contemplarse desde una portería utilizada como refugio, o una tienda, o el alféizar de una cornisa.

La lluvia de primavera es una especie de escritura de los sentidos. Que habla de la renovación de las cosas y de esa fuerza genesíaca de la naturaleza. Por eso, hay que disfrutarla.

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