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Palma a la vista

Los últimos del obelisco

Joanaina Martorell y su hijo Xisco, en la Peixeteria Cantábrico, medio siglo en la plaza. L.D.

Hay calma en la Peixateria Cantábrico, que desde 1965 regentan los Miró Martorell. Es mediodía. Oriundos de Felanitx y Montuïri, respectivamente, cuando se trasladaron a Cardenal Reig, la popular plaza del Obelisco, convivían con otros vecinos comerciantes , la bodega de vino Can Massot, can Buades donde se vendían neveras, la alpargatería. Hoy solo quedan ellos. "Somos los más antiguos de la plaza", apunta Xisco Miró Martorell, hijo de Joanaina Martorell Bauzá y de Josep Miró Albons.

Los orígenes de esta familia son del mar. La madre de Josep vendía el género que ellos mismos pescaban en Portocolom, y de ahí iba a pueblos como Llorito, Sant Joan, Montuïri. Era la venta ambulante de productos de comida que hasta hace unas décadas aún se veía en Mallorca; también en Palma.

La abuela de Joanaina, Micaela Bauzá también iba de pueblo en pueblo vendiendo las capturas de la mar. "Iba con un carrito y un cuerno que hacía sonar a su paso para anunciarse. En Palma vendía por el Ensanche", señala su hija.

Los dos linajes acabaran unidos a través del matrimonio que acabaría trasladándose a la capital, aunque tal y como señala expresivamente Joanaina, una vivaz mujer de 84 años, "yo no estaba casada con un pescador si no con un carabinero". Lo dice porque vivían en Palma cuando hacia mal tiempo y seguían pescando en Portocolom cuando hacía bueno. Hasta que al nacer el Xisco, segundo hijo, "ya nos quedamos en la ciudad", señala la vendedora de pescado. Montaron un negocio en Apuntadores, el primero hasta desembocar en la plaza del obelisco.

"Pagamos 200.000 pesetas de traspaso. ¡Con 300.000 te comprabas un piso!", enfatiza la pescadora, de las virtudes de un barrio que "no conocía hasta que vinimos aquí".

La Peixateria Cantábrico estuvo regentada antes por "un tal Moll, ¡así le llamaba mi suegro!", explica Joanaina.

El género que sirven, "de primera", asegura Xisco, lo adquieren en la Lonja. Es él el que cada día laborable va a las 4.30 de la mañana. "Toda la vida nos hemos levantado a las 4", puntualiza la madre. "¡Hambre no hemos pasado, pero sueño...!", ríe.

Sobre el mostrador, gambas, gambusí, sepia, caproig, bruixas, serranos, boquerones... "La mar ha cambiado. Antes salían 35 barcas a pescar del puerto de Palma y ahora solo 5. Hay menos pescado. Nos obliga a tener algunos de piscifactorías que piden algunas clientes", indica Xisco. "Pero vendemos pescado de Mallorca; de calidad", enfatiza él. Su madre asegura que jamás ha probado el salmón. "Yo prefiero serranos. ¡Los pescadores si no comemos pescado, pasamos hambre!".

Con Xisco se acabará esta saga familiar de pescaderos. Pero aún les queda sedal.

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