Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Palma a la vista

Charlas de Cristal

La familia Ramis Ferrer abrió bar en el edificio de viviendas que firmó Bennàssar - Más de ocho décadas que darían para varias novelas

Dibujo del bar Cristal que el médico Renom hizo en 2012. feliu renom

Cuando los bares eran los lugares donde se espiaba, donde se tramaban atracos, donde se escribían cartas de amor o de despedida, cuando los cafés eran el último reducto de un borracho, fue mucho antes de que llegara la telefonía móvil y nos convirtiera en seres irracionalmente sociables.

Uno de esos templos del verbo es el bar Cristal, situado estratégicamente en la mejor esquina de la plaza de España, frente a la estación del tren de Sóller, de los cines Augusta y casi, casi del hostal Terminus. El Cristal son ochenta y seis años de vida de una ciudad pequeña. Conforme Palma ha ido creciendo, el bar, sin embargo, ha perdido metros de terraza. No de popularidad.

Los Ramis Ferrer regentan el local desde 1955 cuando aquel mallorquín afrancesado, Bartolomé Ramis, y su mujer, Magdalena Ferrer, decidieron comprar ese bar y dejar su negocio en la calle Socors, poco adecuada para educar a su hija Mita, que es junto a su hermano pequeño Tolo el relevo de sus progenitores. Su marido, Joan Burguera ha sido hasta su jubilación pieza clave en la vida del Cristal.

Nada puede ser más estimulante para un arquitecto que le otorguen el proyecto de construir en una plaza de nueva planta. Le sucedió a Gaspar Bennàssar con el edificio de viviendas que abajo se emplazaría el bar Cristal.

Fue su epílogo al modernismo. Bennàssar se sumaría en adelante a la corriente regionalista. Tuvo la fortuna de haber intervenido anteriormente en otra esquina suculenta, en el bar Triquet, en Avenidas con Porta de Sant Antoni.

El proyecto está datado entre 1913 y 1916, con una reforma posterior a cargo de Enric Juncosa en 1947. Su local comercial se hizo bar en 1930, pero habría que esperar la llegada de aquel mallorquín que se trajo consigo el art déco que aprendió en sus años en París, cuanto fue enviado siendo niño tras la muerte de la madre. A su regreso, el deje gabacho se colaría en el negocio, en algunos de sus rasgos decorativos.

Podrían escribirse novelas con todos los personajes que se han tomado café, gintonic o merienda. Una de sus clientas fue Maria Antònia Munar y la cúpula de UM, que tenían su sede en el mismo edificio. También fueron inquilinos algunos políticos de la clandestinidad como siguieron siéndolo cuando se quitaron sus nombres de guerra y subieron al poder tras elecciones democráticas.

Un bar cualquiera puede contar la historia más bella del mundo o la más triste. En el Cristal cuando cae la madrugada, a la salida del cine, hay quien sigue persiguiendo fantasmas de guerra, hay un viajero que ha perdido el tren y espera el siguiente. Ya no habla. Hoy mira un teléfono.

Compartir el artículo

stats