José Hila declaró "la guerra al turismo de borrachera" y ayer envió a José Antonio Bravo, el máximo responsable de la Policía Local, vestido de paisano, para que supervisara en primera línea cómo se desarrollaba la popular fiesta Polonaise en la Platja de Palma, que marca el inicio del verano para los alemanes. La ruta etílica no se paró, tan solo modificó su planteamiento.

Centenares de germanos se trasladan a la isla por 399 euros para pasar 4 días, hotel, fiesta y mucha, mucha cerveza. El promotor de la ruta, Michael Bohrman, propietario del bar Deutches Erk, punto de encuentro para desplazarse después a la calle del Jamón, prefirió pagar el servicio de taxis, 5 euros por carrera, a tener que satisfacer 3.000 euros que podrían haberle caído como sanción si alguno de los clientes bebía alcohol, cantaba y bailaba y obstruía el tráfico durante su desplazamiento a uno de los locales más conocidos entre los alemanes de la Platja de Palma.

Al mediodía, eran centenares los que se apostaban en el modesto bar de Bohrman que sirve un litro de cuba libre, vodka limón y gin tonic a 6 euros y una cerveza a 1,70 euros. Un amplio dispositivo policial rondaba la zona; algunos agentes estaban apostados en la calle del Llaüt. Unos veinte policías eran el refuerzo especial que se sumaba al que ya está en la Platja de Palma, a las puertas de la temporada de verano.

José Antonio Bravo se reunió con Bohrman en su negocio y ahí se le advirtió de los límites que iba a tener la celebración de esta especie de carnaval que lleva más de quince años celebrándose. Inicialmente, parecía, y así lo indicó la Policía, que este particular pasacalles se iba a suspender; sin embargo, tras casi una hora, se comprobó que los alemanes hicieron una pirueta: no ruta pero sí fiesta a cubierto.

"Nada de música, vais como peatones respetando las normas de tráfico. Si hay desfile lo denunciaremos", advertía Bravo. Los animados clientes, incluso aquellos que ya iban disfrazados como Mr. y Mrs. Polonaise, hacían muecas poniéndose el dedo índice en los labios pidiendo silencio. Pero el propietario del local insistía: "Noto un ambiente triste". Su abogado, Jaime Oliver, indicaba que "es el primer año que ha ocurrido esto". El letrado indicó que no tenían licencia "porque jamás nos la han pedido", pero sí que "enviamos un comunicado a Cort".

Líneas rojas

Las líneas rojas se han traspasado hace años. La intención del actual Govern y del Consistorio parece que va encaminada a frenar los abusos. Una campaña lanzada por uno de los principales tour operadores, TUI, en la que se decía: "diversión hasta que el médico te recoja", fue retirada.

A 1 de mayo, las quejas de agrupaciones ciudadanas como Ciutat de s'Arenal se mantienen. Reiteran su malestar frente a la celebración de "fiestas etílicas", la última, y motivo que provocó la decisión de los políticos de presentar este pasado sábado su campaña contra el turismo de borrachera, no parece que vayan a paralizarse. Tan solo a disimular como ocurrió ayer en que el propietario pagó el servicio de taxis para trasladar a sus clientes, vaso de cerveza en mano, a uno de los grandes locales de consumo de esta bebida alcohólica. Cuando éstos llegaban al local, salían del taxi mofándose, cantando en la entranda. Pese a todo, no hubo mayores incidentes.

"Gran éxito de la Policía Local impidiendo hoy la excursión etílica. No queremos turismo de borrachera", se felicitó ayer el alcalde José Hila en Facebook.

La jornada: más barato pagar taxis que posibles multas

La polícia apostada en la calle Llaüt, en las inmediaciones del bar Deutches Erk, el centro neurálgico de la marcha Polonaise que reunió a centenares de alemanes dispuestos a pasárselo en grande, solo que Cort y el Govern le han declarado la guerra al "turismo de borrachera". Hila envió ayer al máximo responsable de la Policía Local, José Antonio Bravo, que explicó al propietario y organizador de esta fiesta, Michael Bohrman los límites: "Nada de alcohol en la calle, ni música ni interrumpir el tráfico". La ruta no se suspendió. Se contrataron taxis para trasladar a los clientes a gran local de la cerveza. Por si acaso.