Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Palma a la vista

La fiesta del Hanami

En el parc de ses Fonts se plantó un cerezo. Los Totoros de Mallorca organizaron su particular celebración de los cerezos en flor, en clave manga

La fiesta del Hanami en Palma se celebró sin cerezo, pero se plantó uno.

Abril es el mes en que los japoneses celebran la fiesta del hanami o de contemplación del cerezo en flor. Palma tuvo su remedo en el parc de ses Fonts. No hubo cerezo pero se plantó uno. Habrá que esperar.

Unos meses atrás, la película Una pastelería en Tokio mostraba de manera muy sutil, a la japonesa, la importancia que tiene un árbol cuyas flores son bellísimas aunque duran muy poco. Apenas una semana.

Esa es la clave que mostraba el pequeño drama de la película que Naomi Kawase filmó inspirado en la novela de Sukewaga. A Tokue, la anciana enferma de lepra, solo la contemplación de los cerezos en flor le daba tanto placer como cocinar los dorayakis para los demás. Hace unos meses se proyectó en Palma.

La asociación Totoros de Mallorca reúne a los acólitos a la cultura japonesa aunque en sus manifestaciones más contemporáneas: son hijos de la cultura manga. Con todo, a ellos se les ocurrió celebrar su particular Hanami este pasado domingo en Palma. Contaron con el apoyo de Cort, que dicho sea de paso, tiene una extraña relación con este parque. A veces lo cuida con esmero, pero otras se olvida sin disimulo. Estos días de primavera lo tiene en dique seco. Los vecinos trinan, casi tanto como los mirlos juguetones.

Los vecinos, y no solo, se fueron encontrando con personas extrañas en el parque. En su mayoría eran muy jóvenes. Iban por parejas o en cuadrillas de no más de cuatro o cinco personas. Muchas de ellas iban vestidas como si fueran Lolitas, algunas incluso con uniforme de marineritos, minifalda, medias caladas, y una peluca con melenas rosas o lilas. Ellos vestían con camisetas de cuadritos tipo leñador, o negras con dibujos de sus personajes de manga favoritos.

Gabo iba de lado a lado del parque -se les dejó la zona con un pequeño escenario, rodeados de cipreses- viendo que todo estuviera a punto al filo del mediodía. Él es un totoro. Su asociación acababa de plantar un cerezo. La noche antes, lo custodiaron junto a un teru teru bozu, un amuleto que se cuelga los días de lluvia para atraer el buen tiempo. El pronóstico daba llanto para el día festivo, pero el amuleto japonés cumplió su función. Hizo bueno.

Aquellos hijos del manga cantaron en el concurso de karaoke, o se enfrentaron al trofeo de pokémon, o también se las vieron con el otadance. Hubo también talleres de hama beads, concurso de baile y paperkraft.

La comunidad japonesa en Mallorca se mantuvo indiferente a la convocatoria. Quizá aguardan a que crezca el cerezo y puedan admirar esa belleza efímera de su floración, mientras los jóvenes de Palma siguen rendidos a la cultura de las historietas manga que, por cierto, es también suma entre Occidente y el país del Sol Naciente.

Compartir el artículo

stats