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Palma a la vista

In Progress consciente

Sonia Bové y Jesús Ruesgas perdieron sus trabajos. Decidieron hacer de su afición, "proyecto de vida". Venden "objetos con historia"

Sonia Bové y Jesús Ruesgas, In Progress Palma.

La situación es, por desgracia, muy común en los últimos años. Profesionales, con experiencia, y a una edad que son jóvenes pero no bisoños, pierden el trabajo. El mercado laboral ofrece pocas oportunidades. Te has de buscar la vida. Sonia Bové, promotora de arte y experta en marketing, se quedó en la calle. Su experiencia en Barcelona con artistas como Subirachs, Muxart o Raventós se quedaba como bagaje. Nada más. Jesús Ruesgas se quedó fuera del equipo de Bimont, una empresa dedicada al ciclismo que también sufrió loa estragos de la crisis. Hicieron frente común.

"Nos dijimos: ¡Vamos a dedicarnos a lo que nos gusta!", cuenta ella. In Progress Palma es el negocio que han abierto en la calle Rossinyol dos años atrás. En este baúl ofrecen muebles retro "con historia", no antigüedades sino piezas "recuperadas" que están adquiriendo valor poco a poco. No solo sentimental, sino artístico.

"Más que restaurar, lo que hacemos es recuperar. Son símbolos de una época. No tienen obsolescencia programada", señalan ambos. Él es un manitas y aplica su don a sillas, mesas, objetos que en sus manos acaban convertidos en otra cosa. El concepto reutilización es clave también en la filosofía de In Progress Palma.

Ella dejó Barcelona para venirse al lado de Jesús, al que conoció en una fiesta, y con el que se cruzo seis meses después para no separarse. Su relación se cimenta en "este proyecto de vida" que ha dado un vuelco a su manera de estar en el mundo.

"Hemos cambiado el chip. Los beneficios no se miran desde un punto de vista económico, "Nos da para vivir. Hemos reducido gastos. Lo de los sueldos fijos ha pasado a la historia", comenta Sonia.

El local es un prisma que se remata en una pequeña terraza. Están en un barrio con carácter. Conviven las casas modestas de planta baja con algún que otro viejo caserón modernista. Están al lado de la plaza Progreso, en la parte alta de Santa Catalina. Hoy ya codiciada por extranjeros. Los nórdicos se pirran por invertir en esta zona. Sonia y Jesús contemplan el movimiento con cierta preocupación porque temen "la pérdida de identidad de un barrio que tiene mucho carácter".

Ellos son acicate en él. La iniciativa del mercadillo de segunda mano que se aloja en la glorieta Pau Casals, y que alcanzará su cuarta edición el próximo sábado 30 de abril, está siendo ejemplo para barrios como El Terreno, además de ser una fiesta en sí mismo.

Los vecinos les saludan. Un simple bon dia les anima. Les pinta una sonrisa de oreja a oreja. Hasta el gato Toni les eligió. Encontrado tirado, siendo cachorro, hubo quien lo quiso pero el pequeño animal decidió quedarse en el local y los adoptó. Ahora el minino se pasea con la elegancia de un ser libre. "Es el más famoso del barrio", apunta Sonia.

Los objetos que se encuentran en su local proceden de rastros de Mallorca, de casas particulares. "No viajamos. Esa es otra de nuestras ideas: vender piezas con coherencia", señala Jesús. Algunas de ellas, pasan por sus manos para acabar adoptando otra forma, sin perder la nobleza de su origen.

Guillermo Pomar, de Pomar Flores, les pasó parte de objetos que quedaron tras la liquidación del negocio centenario. Sillas, marcos, láminas, papeles de pared y desde luego, material de Bellas Artes.

"Nos ayudó mucho desde el principio", agradece esta pareja de 40 y 44 años.

Un viejo somier se ha transformado en una escultura gigante en la que han ido colocando viejas postales de Palma procedentes del fondo de Pomar Flores.

"El pequeño comercio está desapareciendo. La globalización está uniformando las ciudades. Es un lujo poder ofrecer estanterías hechas a mano por un maestro carpintero. In Progress ofrece un viaje en el tiempo", expresan sus propietarios.

Un matrimonio se para a verles. Ella es artista. Sylvie Lebrun. Se ha encaprichado de una butaca azul celeste. "Es mi color favorito", dice, mientras les entrega una botella de vino de obsequio. El gato Toni se acerca a la escena. La vida sigue.

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