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Sa Torreta

Sa Quarentena, medio siglo después

Dibujo del proyecto para los jardines.

Palma era una ciudad sin jardines públicos basta que en los años 60 del siglo pasado se afrontó la construcción de los de s'Hort del Rei i sa Quarentena, se pusieron las bases para el Parc de la Mar y se soñó, tras la donación de la familia Saridakis, con abrir los de Marivent a la ciudadanía. Los terrenos ganados al mar no se convirtieron en parque hasta 1984 y los que rodean la residencia real siguen a la espera de un acuerdo entre el Govern y Zarzuela. En cambio, los de sa Quarentena comenzaron a convertirse en realidad cuando en 1966 se conoció el proyecto de los arquitectos Alejandro Villalba y Vicente Bayo.

Sa Quarentena tiene una superficie de unos 5.000 metros cuadrados y el solar llegó a manos de la ciudad después de perder su función como cuartel escuela de los Flechas Navales durante los años de la dictadura. Antes, a partir de 1565, este espacio se destinó a los navegantes que llegaban al puerto de Palma y pasaban allí una cuarentena cuando una amenaza de epidemia se cernía sobre la isla.

Los jardines, ubicados junto a una antigua cantera en la que después se instalaron los astilleros, se han convertido en oasis -eso sí, poco cuidado- en una zona densamente poblada. En 1966, el alcalde Máximo Alomar decidió destinar el solar a zona verde pese a que hubiese podido venderlo por la entonces exorbitante cifra de 150 millones de pesetas (900.000 euros) y destinar el dinero a "acometer otras obras más útiles".

El principal problema que tuvieron que solventar los arquitectos fue salvar el desnivel que separa las dos entradas de los jardines, entre la plaza de la Mediterrània y el Passeig Marítim. En ambos extremos se conservaron las puertas históricas.

Desde hace unos años, se baraja la posibilidad de instalar en el jardín un memorial dedicado a los xuetes que fueron ejecutados en autos de fe celebrados en la plaza Gomila, muy próxima a la parte superior del parque. Pero ya se sabe que esta injusticia histórica lleva siglos pendiente de ser reparada y no parece que, por ahora, vaya a hacerse justicia.

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