Diario de Mallorca

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Palma a la vista

El olor del Conquistador

Los turistas, entre ellos alemanes, se suben a las calesas - Miles de sus compatriotas piden la eliminación de un servicio que, a veces, huele mal

Feliu Renom ha dibujado la estampa de las calesas en Conquistador.

La temporada abre boca. La estampa de Palma, mejor destino turístico, mejor ciudad, mejor de todo, no ha esperado ni un minuto para mostrarse en su esplendor. No ha perdido fuelle. La urbe generosa alarga la mano y da la bienvenida a ese turista que podría ser usted.

O yo.

Baten palmas, no solo los hoteleros, políticos, agentes de viajes, intermediarios, inmobiliarios, restauradores, y desde luego, los caleseros. Antes de que arranque la temporada y que ésta entre de lleno, antes de la llegada del calor, por favor, quítenle el mal olor al Conquistador.

Hay situaciones que un guiri no puede perderse, incluso aquellos que se caen del crucero y se apean por unas horas en Palma. Una de ellas, es el garbeo en calesa, a ritmo de moto, y con aprendizaje monumental incluido. Alemanes, suecos, franceses, italianos, chinos incluso, rusos, se suben a la galera y a remar.

El año pasado, alguien elevó una petición a través de la plataforma Change.org que pedía la eliminación de este servicio turístico tras la muerte de un caballo frente a la Catedral. Se consiguieron 69.000 firmas, de las que el 63 por ciento eran de alemanes. Muchos de sus compatriotas son los primeros en subirse a la calesa. Merkel está pensando en tomarse unas vacaciones en Mallorca y decidir qué decirles a sus suspicaces compatriotas. ¿Quién hubiera imaginado que Palma provocaría semejante escisión germana?

Un caballo muerto, otros asfixiados, mal tratados. Son algunas de las acusaciones que los animalistas vierten sobre esta atracción turística que existen en destinos tan lejanos como Yucatán, Tailandia o Viena.

Apostados en la cuesta del Conquistador, los equinos cabecean con el carruaje ensamblado a su cuerpo como un arnés sin piedad. Los caleseros aguardan la demanda de su servicio, a la sombra del ficus gigante o con el pie apoyado en el pescante del carruaje. Los orines descienden a la plaza de la Reina y dejan su aroma inconfundible.¿Nadie ha abierto una lista en Change.org quejándose de la peste?

Quienes dicen cuidar a los animales aseguran echar agua en la calzada, pero desde que hacen parada en el arranque de la calle donde está el Palau March, la misma donde están emplazadas las grandes inmobiliarias que cierran negocios millonarios vendiendo o comprando el patrimonio de este paraíso perdido, suben con el mal olor del Conquistador.

Cada uno se gana la vida como puede pero hay oficios que dejan huella. Los residentes del casco antiguo han sido más duros con los taxistas porque Cort les permite aparcar delante de la Seu unos minutos que no con esta peste que lleva años sin solucionar. No solo el Conquistador huele mal, sino la mismísima Seu. ¡Cómo podemos soportarlo!

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