Diario de Mallorca

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Crónica de antaño

Historia de los molinos de Palma (I)

El molino de sa Roqueta, que estaba en el Portitxol, aproximadamente en el año 1900.

Cuando uno oye hablar de molinos relacionados con Mallorca, enseguida le viene a la memoria aquellos que están formados por una torre coronada por aspas giratorias, los cuales, para el caso de Palma, se extienden principalmente por el Prat de Sant Jordi. Ahora bien, en la isla han existido otros tipos de molinos. De hecho, según el diccionario de la RAE, molino es aquella "máquina para moler, compuesta de una muela, una solera y los mecanismos necesarios para transmitir y regularizar el movimiento producido por una fuerza motriz, como el agua, el viento, el vapor u otro agente mecánico". Por tanto, se debe puntualizar que los molinos de extracción de agua (los del Prat de Sant Jordi), técnicamente, al no moler, no serían molinos, sino bombas aerológicas. Este aspecto, aquí lo ignoraremos, y se mantendrá la denominación popular y sobradamente admitida en todos los ámbitos: la de molino.

Pues bien, artilugios para moler han existido siempre, incluso durante la época prehistórica. Ahora bien, molinos propiamente dichos, constituidos por grandes piedras de moler, las muelas, están documentados por primera vez en la Antigüedad griega y romana. Por lo tanto, no es aventurado pensar que en esa época estuviesen presentes en Mallorca, tanto los de agua, como los "de sangre" (movido por una persona o animal). Los molinos eran denominados según la función que hacían. Entre los molinos "de sangre" se encontraban los de pinturas, los de pólvora, los de leche de almendra, los de alfarería, los de pimentón, los de aceitunas, los de café€ En cambio, entre los de agua había los papeleros, los batanes, los taninos€

En el caso de Palma, las primeras de estas máquinas documentadas son las de época islámica. Gracias al documento del Repartiment, sabemos que en el término de Palma había treinta y dos molinos, todos existentes antes de la Conquista: "Aquests son los molins en lo terme de la Ciutat de Malorcha. Comtarem primerament los molins que son sobre l´aygua de Canet. Lo primer molin Abfacam€" Por lo visto se trataba de molinos de agua, es decir utilizaban la fuerza hidráulica para hacer rodar las muelas.

Según dejó escrito Lluís Ripoll, seguramente no hubo molinos de viento harineros -aquellos que utilizaban la fuerza del viento para moler el trigo- en Mallorca durante la época islámica. De todas formas, el primero de ellos documentado en la isla -situado en la zona de Santanyí- data de 1262, aunque no se sabe si fue construido antes o después de 1229.

En Palma hay que esperar hasta 1329 para tener documentado el primer molino de viento harinero, situado en sa Roqueta del Portitxol. De todas formas, durante la época medieval, fueron los molinos de agua y "de sangre" los preeminentes. A partir de la segunda mitad del siglo XVI y, sobre todo, en el siglo XVII, el molino de viento se generalizó y pasó a ser protagonista del paisaje de algunas zonas del término municipal. Como es lógico, estas máquinas, entre los siglos XVI y XVIII, se construyeron allí donde el viento les pudiese afectar más. Ello explica que se colocasen al borde del mar, para aprovechar el embat, o en lugares elevados, como es el caso de los que están ubicados en la calle de la Indústria. De esta manera se puede decir que se formaron dos aglomeraciones o molinares (teringues): el molinar de Levante, convertido hoy en topónimo; y el molinar de Santa Catalina o Ponent. Por motivos de seguridad, estos molinares se colocaron cerca de las murallas de la ciudad. Los molinos de viento harineros más antiguos de Palma seguramente son los del Jonquet. Siete de ellos llegó a haber en el frente de mar y un octavo estuvo a punto de construirse. En la primera mitad del siglo XVII ya estaban en pleno funcionamiento. El molinar de Levante, si se formó más tarde, también contó con muchos más molinos, formando una hilera de tramos desordenados, desde la Porta del Camp hasta el Portitxol.

En 1636 se fundó el gremio de los molineros de viento, para diferenciarse de los de agua y de los "de sangre". Una prueba más de la importancia que tuvieron en aquellos momentos. Este gremio tuvo fama de ser una verdadera hermandad, pues a la hora de montar o desmontar las pesadas piezas de las máquinas se hacía necesaria la colaboración de todos los miembros del gremio.

Los molinos siempre fueron susceptibles de mejoras tecnológicas, especialmente a partir del siglo XVI. En las actas de los Jurados del Reino primero y del Ayuntamiento después, se encuentran numerosos casos de "inventores" que solicitan a las autoridades la concesión de la patente (la franquícia) de su invento para evitar ser copiados y conseguir que su innovación les fuese rentable. Por ejemplo, en 1566, un "ingeniero forastero" solicita a los jurados, el cual ha llegado con "cert instrument y enginy de molre, que una persona dins una hora molrà dos barselles de forment sens ningun treball". Para descubrir "el secreto" de su invento, el inventor solicitaba cierta cantidad de dinero y que nadie ni "nengun fuster ni altre persona pusca fer dit enginy y moli sens licentia sua o de son procurador que ell dexarà en lo present regne". Otro caso fue el del carpintero Pere Tauler (1630), el cual había "alcansat un secret ab lo qual farà molrà quatre moles grans tot ab un instrument sens aygua, ni vent, ni jument de lo que ha de redundar molt gran utilitat a tots los moradors de aquest Regne: e com sia questa inventio de molt gran consideratio, treball y gasto, y hage acostumat sempre est gran y general consell ajudar y valer a los que han fetes noves invencios y trasses; per tant e tals supplica a V. S. sie servit concedirli alguna exemptio y que per temps de deu anys ningú puga sens consentiment seu, fer ni usar semblant instrument". Los jurados le concedieron lo que solicitaba. Otros ejemplos parecidos los encontramos en 1594, 1596, 1680, 1709, 1721€

Un caso singular es el que se documenta en 1691, cuando fueron los propios Jurados de la Ciudad y Reino de Mallorca los que propusieron utilizar parte del dinero destinado al mantenimiento de las murallas, en construir algunos molinos "de sangre" harineros. Todo ello, para prevenir y aumentar la producción de trigo en la ciudad, la cual estaba expuesta al asedio de fuerzas enemigas: "Los Magnífichs Jurats diuhen que los demes anys, en temps del estiu, se trobe en esta ciutat notabilíssima falta de farina [€] y seria totalmente nosiva esta falta si aconstesques a la ciutat algún siti de inimichs: per prevenir la qual tant en un cas com altre, han determinat los Jurats fer sis molins de sanch fariners de tal ingeni, que a judici del artífice donaran més de 50 quarteres de farina cada dia". Para llevar a cabo sus intenciones solicitaron al poder real "manar que del caudal de fortificació se fasse el gasto per medi dels officials de la matexa fortificació". En este caso los molinos harineros debían ser "de sangre" -y no de viento como era lo usual para los harineros- pues debían estar construidos dentro de la ciudad, zona en la que el viento no llevaba la fuerza suficiente para conseguir su correcto funcionamiento.

Al llegar el siglo XIX Palma contaba con una larga tradición molinera y, precisamente por ese motivo, en aquellos momentos nadie se imaginó que se iba a llevar a cabo una espectacular transformación en uno de los lugares más insospechados e insanos de Palma: el Prat de Sant Jordi. [Continuará]

(*) Cronista oficial de Palma

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