Abrieron suspuertas hace más de cien años y así siguen con ellas, aunque algunas ya medio entornadas. Son algunos de los comercios emblemáticos de Palma que han lo grado sobrevivir al paso del tiempo y a los avatares del dinero,del mercadoy del mundo. Unos tienen futuro o esperan tenerlo; otros no tanto. La papelería Casa Roca ha cumplido 143 años. Al frente de ella se encuentra Catalina Torrens, tataranieta "o algo así del fundador; soy la quinta generación que está al frente del negocio", que espera poder traspasara alguno de sus hijos. "Tengo tres, con carrera,pero espero que alguno se quede".

Catalina Torrens afirma que "la crisis se nota mucho, y la degradación del barrio tampoco ayuda. Con la reforma, esto mejorará, pero por ahora estamos estancados,porque los que mandan sólo ponen pegas y todo está parado. Los impuestos nos tienen hasta el moño. A mi aún no me han llegado los módulos, cuando me lleguen, me quedaré planchada". "Me hace mucha ilusión seguir. Por supuesto hay que seguir trabajando, pero nos tienen que ayudarlos de arriba, que suelen hablar mucho pero luego se les olvida lo dicho".

Cuatro años menos tiene la Papelería Planells (140), regentada por el cuarto de los dueños, Antonio Cañellas. La papelería la abrió Francisco Planells en 1853, pero en 1901 la viuda del fundador quiso que se le vendiera a Antonio Cañellas Ripoll, entonces dependiente del local, quien pagó por el género de la tienda 11.000 pesetas. Desde entonces ha permanecido en manos de la fa milia Cañellas. "Esta tienda ha pasado muchos temporales, la época de las epidemias, de las guerras, etc, pero siempre ha sobrevivido, aunque ahora estamos en una época más pesimista. Antes se veía algo de luz a final del túnel; ahora no se ve". Antonio Cañellas, nieto, no quiere perder la esperanza, "es lo último que se pierde", ni piensa arrojar la toalla, aunque "cada día vamos a peor, las ventas van disminuyendo.Tuvimos temporadas con cuatro empleados, ahora sólo te nemos uno". De entre ´las plagas´ que están acabando con el comercio, Cañellas enumera "las pagas, los impuestos y las grandes superficies", y como armas para combatir parte de la crisis, "el trato personal con el cliente y la especialización".

Andrés Montserrat tiene 76 años y lleva en su tienda Ca La Seu "desde que nació". El negocio "tiene mucho más de cien años, es del 1500, fue fundada por la familia Montserrat y aquí sigue". El futuro del negocio es, no obstante, incierto, no tanto por la crisis como porque "somos cuatro hermanos y los cuatro solteros. No sé lo que pasará cuando ya no estemos; yo desde luego no pienso vivir más de cien años. Como decía mi padre, el último, que cierre la puerta". Andrés Montserrat considera que "vamos tirando, pero de decaída. Estamos en una zona peligrosa y mucha gente ya no viene a comprar por el tema de la inseguridad en esta zona, por la droga. Además, están los impuestos, que nos ahogan; son una temeridad".

Alfredo Bonet Moner y sus seis hermanos heredaron de su padre Casa Bonet, a la vez heredada de su abuelo Manuel, quien la fundó junto a Pons, de la desaparecida Lencería Balear, en 1860. El negocio pasó a ser de su entera propiedad en 1972 al comprarla sociedad a sus hermanos, y espera poder dejárselo a su hijo Jaime, "si aguantamos". Alfredo Bonet considera que "estamos en un momento muy difícil, pero hay que luchar; precisamente ahora es cuando hay que poner mucho más empeño. No hemos de ser pesimistas, aunque sí estar preocupados por el momento que vivimos. Hay que tener en cuenta que la crisis es mundial, que viene de fuera, de los grandes, Norteamérica, Alemania, Francia, etc, y que los turistas que vienen no gastan. Lógicamente el tema de los impuestos también nos afecta mucho, se han aumentado mucho y las ventas han bajado, y eso lleva a las reducciones de plantillas. Es dramático. Es un momento negro, de una recesión muy grande, pero en el fondo soy optimista".