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Sa Torreta

Museo ferroviario al aire libre

Palma tuvo un museo ferroviario al aire libre. No estaba sistematizado. Ni señalizado. Sus piezas estaban faltas del nivel de conservación idóneo...

Historia entre la maleza en las estaciones. Corrían los años 70.

Palma tuvo un museo ferroviario al aire libre. No estaba sistematizado. Ni señalizado. Sus piezas estaban faltas del nivel de conservación idóneo y entre ellas crecían los hierbajos. Sin embargo, en los años 70 en lo que hoy es el malhadado Parc de les Estacions, se conservaban vagones de pasajeros y de mercancías, furgones de Correos y cubas para el transporte de líquidos y graneles. Eran el ejemplo de décadas de evolución de un transporte que desde 1875 revolucionó las comunicaciones de Mallorca.

La foto de Torrelló muestra el estado de abandono en el que decenas de elementos, que en otras partes del mundo se considerarían un patrimonio digno de conservación, se desvanecían. Poco a poco la mayoría de las veces o, en ocasiones, víctimas de la incompetencia o la desidia de sus propietarios.

Por las descripciones de Nicolau S. Cañellas en su imprescindible libro El ferrocarril a Mallorca, los vagones de la foto deben ser coches de la marca Escoriaza adquiridos en 1929. Eran amplios y cómodos, pero tenían un problema: pesaban demasiado y la capacidad de viajeros era limitada. Los convoyes tenían que ser cortos porque a las locomotoras les faltaba fuerza para arrastrarlos.

El de la foto estaba destinado al servicio de Correos, aunque en su interior no se ha vivido ninguno de los grandes atracos que la literatura y el cine han narrado, como el asalto al tren de Glasgow o el crimen del Expreso de Andalucía.

Todo este material se fue degradando paulatinamente. A veces por el mero paso del tiempo, pero en otras ocasiones se debió a la acción del hombre. Eran refugio habitual de mendigos y con cierta frecuencia, como en mayo de 1978, podían leerse noticias del estilo: "Arde otro vagón en desuso de FEVE". El peor atentado se producía cuando la propia empresa ferroviaria decidía quemarlos. Ocurrió el 26 de septiembre del mismo año. De noche ardieron siete vagones causando una gran alarma en la ciudad. La compañía se desprendía de este patrimonio histórico por el expeditivo método de prenderle fuego.

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