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Palma a la vista

Bajo la cúpula de Sant Antoni

La cúpula de Sant Antoniet es uno de sus principales reclamos. L.D.

El portal abierto invita a que los turistas cegados por el comercio de franquicia se acerquen al claroscuro de la iglesia de Sant Antoni de Viana o más conocida como la de sant Antoniet. De origen conventual, gracias a los terrenos regalados a los agustinos por el rey Jaime en 1230, los monjes se dedicaron a curar a los enfermos del llamado fuego sagrado o de san Antonio, que suena mejor que su nombre médico, ergotismo, una enfermedad causada por la ingesta de alimentos contaminados por micotoxinas, encontrados en hongos o parásitos. Sin embargo, la fiebre provocado por el cornezuelo del centeno no parece haberse producido en Mallorca.

La orden de san Antonio fue suprimida por el Papa Pio VI a finales del XVIII. La iglesia pertenece a la parroquia de sant Miquel. Cada 17 de enero, hay parada frente a la iglesia porque se celebra el día del santo de los animales. El agua bendita cae del hisopo a las bestias, en ciudad, mayormente canes, y alguna que otra mascota exótica.

Convento, hospital, iglesia y claustro, la sencillez de su portal le hace apenas visible, sin embargo, la luz de las candelas situadas a la entrada la convierten en un punto de interés para un turismo que no sabemos muy bien qué busca en su paseo ciudadano. Hay quien prende una de ellas, se acerca a la bancada, se reclina y parece rezar. Casi todos miran a lo alto, a la cúpula de una iglesia de planta elíptica, cerrada por la linterna, el ojo que da luz a una iglesia muy recatada en iluminaciones.

Tras problemas broncos con las filtraciones de agua, que se solucionaron en 2012, es todo un lujo poder ver la pequeña iglesia, admirar su cúpula, las pinturas de las capillas laterales, porque la iglesia ha estado cerrada muchos años al culto religioso; sin embargo, su espacio sirvió como sala de exposiciones. Hubo un tiempo en que el obispado pensó en este lugar como idóneo para albergar un centro de interpretación.

Aquel templo por el que pasaban miles de feligreses, hoy es un remanso en el bullicioso Sant Miquel. En una de las hojas de su portal se lee la invitación a la oración al estilo de Taizé "con la cruz del amor sin límites". Otra sorpresa de esta iglesia dedicada a san Antonio de Viana, el amigo de los animales.

Roger Schutz junto a su hermana Geneviève crearon la comunidad monástica cristiana ecuménica en 1940 en Taizé, la región de Borgoña que eligieron para vivir pobremente tras su abandono de la neutral Suiza en la II Guerra Mundial. Con una Europa dividida, en una zona de escapatoria, los de la comunidad de Taizé ocultaron y ayudaron a escapar a refugiados, a judíos que huían del nazismo y a refugiados políticos que escapaban de la zona ocupada. En 1942, la Gestapo sospechando de los moradores de esta casa de Borgoña, investigaron. Los hermanos Schutz lograron escapar. Su mensaje de austeridad prendió en buena parte del Viejo Continente. Hoy se celebran encuentros de oración común. En Palma los han acogida en iglesias como La Encarnación o la de Santa Magdalena. A veces se ven a mujeres con pañuelos cubriéndoles la cabeza. Encienden una vela, y en silencio, se quedan en blanco.

Afuera, en la calle, el pintor de toros, el de los gallos, reposan la vista en una pequeña paleta. O distraídamente, ven sin mirar el río humano de Sant Miquel.

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