Quién les iba a decir que estar ubicadas en la calle Parellades número 15 provocaría que la imagen de su bar diese la vuelta al mundo con Iñaki Urdangarin bajando la famosa cuesta de los juzgados. Las propietarias de la cafetería restaurante Es Suprem, Xisca Cañellas y su hija Paula, afrontaron el acontecimiento histórico con mucho trabajo y no menos bromas, como atender las llamadas telefónicas con la frase "Bar Urdangarin, ¿dígame?" o señalar en la pizarra de ofertas de bocadillos del día: "Chorizo NO NOOS queda".

Ahora dejan atrás aquellos tres intensos sábados de febrero de 2012, 2013 y 2014, cuando el juez Castro citó a declarar al marido de Cristina de Borbón (las dos primeras veces) y a la infanta; y guardan en la memoria todas sus anécdotas en Es Suprem para empezar una nueva etapa, ya que traspasan el negocio.

"Son muchos años, casi tres décadas, trabajando por encima de tus posibilidades, hasta doce horas diarias, por lo que toca descansar y cambiar de aires", como explica Xisca. El objetivo de Paula es finalizar sus estudios universitarios, semiaparcados por el trabajo. Aunque ambas se marchan con sentimientos contradictorios, ya que "muchos clientes se han convertido en amigos, en una pequeña gran familia", y añorarán sus charlas.

Menús caseros

Los habituales durante la hora de la merienda son los funcionarios y policías de los juzgados, cuya entrada trasera se encuentra en Parellades -"el juez Castro viene poco por el bar"-, pero el menú diario es muy solicitado sobre todo por vecinos y comerciantes de la zona, y muy valorado por ser "comida casera tradicional mallorquina", como por ejemplo "sopes, arròs brut y burballes, además de otros platos caseros". Manuel Martínez, que lleva 30 años en la hostelería, es el nuevo responsable de Es Suprem y su idea es "seguir la misma línea de ofrecer menús caseros", dice en su primera jornada (el viernes) mientras sirve a los clientes de toda la vida.

Probablemente, él no sufrirá un aluvión de periodistas (hubo 350 acreditados) pidiendo un café casi al mismo tiempo y, al momento, saliendo todos "como locos porque alguien había dicho que sucedía algo noticiable", tal como relata Xisca sobre una de las anécdotas que vivió aquella histórica jornada.