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Sa Torreta

Francesc de Borja Moll, el sabio bueno

Francesc de Borja Moll apareció en mi infancia las noches de los domingos a través de Radio Popular en una Philips ovoide

Moll, en el despacho en el que trabajaba sin descanso. Lorenzo

Francesc de Borja Moll apareció en mi infancia las noches de los domingos a través de Radio Popular en una Philips ovoide. Le escuchábamos mientras narraba las Rondaies Mallorquines. Le reencontré en Alaró, municipio en el que vivió durante la Guerra Civil, en los años 70. Con él cursé los primeros estudios de catalán cuando esta lengua estaba proscrita de la Escuela Graduada del pueblo, de los colegios e institutos de bachillerato y de la universidad. Moll introdujo a muchos mallorquines en el conocimiento de las primeras reglas del idioma.

De don Francesc me atrajo su pasión por la docencia, su claridad en la exposición y, por encima de todo, su humor socarrón a prueba de dificultades y ataques de gonellistes y gentes que menosprecian la lengua de Ramon Llull. Solía cruzarme con él por las calles del centro de Palma. En la mano llevaba una eterna cartera de trabajo marrón y en su cara mantenía una sonrisa perenne que transmitía la alegría interior de un trabajador nato, un estudioso que ha legado una obra monumental en el campo de la lingüística y la edición.

Aquel 18 de febrero de 1991, mañana hará 25 años, cuando trascendió la noticia de su muerte fueron, fuimos, muchos mallorquines quienes sentimos que nos dejaba alguien de la familia. Habíamos crecido con su voz entrando en nuestras casas, con él habíamos aprendido la belleza de una lengua y gracias a él y a Alcover teníamos acceso a un tesoro de la lingüística como el Diccionari català-valencià-balear. Por su faceta de editor, habíamos leído los clásicos en Les Illes d'Or, profundizado en nuestro conocimiento de Mallorca con la serie Els treballs i els dies o conocido sus métodos de aprendizaje del catalán.

Como escribió Andreu Ferret con motivo de su traspaso: "Este sabio laborioso y bueno, auténtico trapero del tiempo porque sacaba horas de la nada para colmar todas facetas de su personalidad, jamás se dio importancia a sí mismo". En este aniversario, quizás uno de los mejores homenajes haya sido la creación de la fundación para preservar su obra editorial.

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