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Entrevista

Antonio López: "He visto volar un cenicero en el salón de plenos por una discusión entre dos concejales"

Antonio López disfrutó ayer de su primer día de vacaciones, que enlazará con su jubilación el 5 de mayo (cuando cumplirá 63 años) después de estar...

Antonio López, ayer frente a Cort, su lugar de trabajo y su segunda familia durante 48 años.

Antonio López disfrutó ayer de su primer día de vacaciones, que enlazará con su jubilación el 5 de mayo (cuando cumplirá 63 años) después de estar casi medio siglo en el Ayuntamiento. Su trabajo como ordenanza le ha llevado a conocer de cerca a diez alcaldes y estaba en "la Casa", como llama a Cort, cuando nacieron tanto su hija -"justo al empezar un pleno municipal"- como su segundo hijo -"mientras preparábamos el Estendard para la fiesta del 31 de diciembre", recuerda-. Se lleva "muchos secretos de gobierno, que hay que guardar hasta la tumba", para pasar más tiempo con la familia, sobre todo con su nieta de dos años, y viajar más a su pueblo natal, situado en los cerros de Úbeda (Jaén).

-¿Cómo empezó a trabajar en el Ayuntamiento?

-Mi padre estaba de operario y el conserje preguntó a quienes trabajaban con él si tenían hijos de 14 años, porque había cuatro plazas para botones. Acudimos tres y nos hicieron un examen muy sencillo, porque en aquel tiempo nadie quería trabajar en la Administración, debido a que se ganaba muy poco. Yo antes trabajaba de camarero en el bar Rastrillo, aquí al lado, y traía al Ayuntamiento cafés y meriendas para los funcionarios.

-¿Qué tareas tenía que hacer?

-Iba todos los días a Correos con una maleta y la cargaba de correspondencia. Después la distribuía, repartía a los diversos negociados las carpetas con los documentos que había firmado previamente el alcalde y hacía los recados que me encargaban.

-¿Recuerda algún cometido curioso o fuera de lugar?

-Hasta dos años después de que muriese Franco, tenía que ir los domingos a la plaza de Toros, cuando había corridas, a vestir el palco de Cort con damascos.

-¿Y anécdotas políticas?

-He visto volar un cenicero en el salón de plenos, en tiempos de Franco, debido a una discusión entre dos concejales, y eso que todos eran del mismo grupo.

-De los diez alcaldes que ha conocido, ¿cuál cree que ha sido el mejor para Palma?

-Sin duda, Ramón Aguiló. La ciudad experimentó una gran transformación en los 12 años que estuvo. Fageda me parecía muy buena persona, pero para mejorar la ciudad, no ha habido ninguno como Aguiló.

-¿Su trabajo disminuyó con las nuevas tecnologías?

-Sigue habiendo tanto papel como antes. Todavía llevamos carpetas con los expedientes que se tratan en la junta de gobierno o el pleno, por ejemplo. Cuando compraron una moto, también iba a Extranjería o al Consell, en General Riera, para llevar y traer documentación.

-Entonces, ¿cuál es el cambio más importante que ha vivido?

-Antes nos conocíamos todos los funcionarios, éramos como una familia, y ahora no tanto.

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