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Entrevista

Àngels Álvarez Garí: "El Terreno es algo más que un barrio, es una manera de vivir"

"Soy ´terrenera´ y puedo decir que Cort debería implicarse más en su total rehabilitación" - "Hacer gestión de política cultural ahora, después de la anterior sequía, es estimulante"- "Siempre tuve que justificar haber elegido Filología Castellana. Creo que falta mucha reflexión"

Àngels Álvarez habla despacio, trata de buscar las palabras precisas. "Soy perfeccionista". Manu Mielniezuk

Àngels Álvarez Garí supo del mundo de la docencia desde su infancia. Hija de profesores, se licenció en Filología Castellana y acabó dando clases de Secundaria de catalán, castellano y latín. Hoy no ejerce. Nació en Llucmajor en 1965 pero conoció al que se acabaría convirtiendo en su marido y por él se hizo de Palma, bueno, de El Terreno, que es "algo más que un barrio, una manera de vivir", a su juicio. Entre sus muchas vocaciones, en el triángulo de preferencias, los medios de comunicación. Hoy es la jefa del gabinete de la consellera de Cultura, Esperanza Camps. "Tuve doce horas para decidirme", confiesa. Asume el reto con "gusto" y cierto nerviosismo "porque la maquinaria es muy lenta". Atrás ha quedado su torre de Babel, su casa, desde la que traducía textos para museos como Es Baluard, centros como Sa Nostra. Nunca ficción.

Es inquieta, combina la disparidad del silencio con el ruido social que le da no perderse actos que tengan que ver con la cultura. Se declara "perfeccionista" y hace suyas dos frases, una de Kafka, "solo es posible transformar la realidad mirándola de otra manera", y la de Walt Whitman, "no podemos remar en contra nuestra".

Su proyecto 'Converses del Terreno' ha supuesto el espaldarazo a una zona de la ciudad que mantiene el encanto del tiempo inmemorial. Es recuerdo, es hoy y tiene futuro.

-¿Qué son las 'Converses del Terreno', el guiño a Formentor?

-En cierto modo, sí. El origen de estos encuentros nace en un tuit que escribí a partir de la rabia que me dio leer un artículo sobre el barrio y lo mal que estaba. Pensaba, sí vale, está mal, pero basta de quejarse, hay que hacer algo. Empecé a colgar fotos del barrio en el que vivo destacando sus aspectos culturales, su vida, su arquitectura, su historia, que es mucha. Tuve eco y entre ellos, me contestó Georgina Sas. Otro día, Toni Riera, el economista, me pasó un poemario pidiéndome consejo sobre publicarlo o no. Era demasiada responsabilidad para mí, así que con su permiso, le pasé el poemario a tres escritores. Gustó y se hizo una lectura con un grupo de amigos en el hostal Corona. Fue un acto curioso, muy bonito. Yo vivo en la calle Josep Villalonga, donde está también el Corona y donde Cela vivió y desde donde lanzó los 'Encuentros Literarios de Formentor' y los 'Papeles de Son Armadans'. Fue un 9 de mayo de 2014. Dije: "Serán las primeras 'Converses del Terreno'", casi como un reto. Y ahí seguimos. Se sumó Georgina. Llevamos once.

-¿Son encuentros poéticos solo o también se hace política?

-Son culturales, y yo la cultura la entiendo en su acepción más amplia. Quiero decir con esto que si se evidencia que es un barrio vivo, es probable que los políticos se den cuenta que debe acabarse la pasividad que han mostrado casi siempre.

-Usted asegura que "el Terreno es una forma de vida" pero hay quien cree que es peligroso por su cercanía con Gomila.

-No paseo de noche por él. Diría que se ha de ir con cuidado y que en Gomila se practica botellón, por eso es necesario que la Policía esté para evitar situaciones de peligro, pero yo no tengo miedo ni la mayoría de personas que vivimos en la zona.

-Se está viendo cierto movimiento. ¿El Terreno será sueco como Santa Catalina, con lo que eso podría significar?

-Quienes compraron primero fueron los alemanes, que se hicieron con las grandes casas. Muchas quedaron cerradas. Las casas pequeñas quedaron vacías y son los suecos los que se han interesado por ellas, las restauran para alquilar o vender. Ellos han venido porque los mallorquines no ha hecho nada, salvo excepciones. Ahora se está observando como algunos mallorquines sí eligen el barrio para montar sus empresas, desde la productora La Perifèrica a la librería-peluquería Els Oficis Terrestres. Y ahora se está reformando el edificio del Joe's en la plaza Gomila. Hay movimiento. Entre los suecos, El Terreno está de moda.

-Usted fue profesora de Secundaria pero dejó la docencia. ¿Por qué?

-Cuando daba clases las simultaneé con la traducción. Dejé la docencia después de ocho años porque prefería la traducción, estar entre libros. Yo vengo del mundo de la enseñanza, me he criado en él. Mis padres son profesores, ambos son grandes lectores. El camino natural de una filóloga es dar clases, pero al quedarme embarazada le di vueltas al trabajo desde casa. Mi único temor es que aun gustándome estar sola, me encanta estar con gente. No soy una rata de biblioteca.

-¿Traduttora traditora?

-No traduzco literatura. Sería muy lenta. Soy muy perfeccionista, creo que no sabría poner punto y final. He traducido textos artísticos, muchos, para catálogos. Cuando estudiaba COU dudé entre Periodismo, Filología e Historia del Arte. Prioricé la Filología Castellana porque mi profesora de Literatura, Maria Antònia Manresa, transmitía tal vitalidad que me enseñó a amar con pasión a los escritores de la Generación del 27, entre muchos otros. Así que estudié Hispánicas. Siempre he sido una mujer contra corriente.

-¿Por qué?

-En aquel momento, en el claustro de profesores tuve a algunos de los mejores en literatura catalana, hubiese sido lo más lógico que me hubiese inclinado por Filología Catalana pero no lo hice. Siempre tuve que justificar el porqué. Me pareció increíble. Mi lengua es el catalán, y está claro, no hay discusión, pero una cosa no invalida la otra. Creo que falta mucha reflexión y crítica seria.

-¿Cree que se acabará el conflicto lingüístico?

-¡Espero que sí, pero en Mallorca tenemos doble handicap porque cuando por fin parece que hemos normalizado y aprendido el tema lingüístico identitario, ahora vuelve a aparecer el absurdo que si el catalán es mallorquín. ¡Uf qué cansancio! Falta mucha pedagogía.

-¿Por eso ha aceptado el cargo de jefa del gabinete de la consellera de Cultura Esperanza Camps?

-(Risas) Tuve doce horas para pensarlo y dije que sí tras consultar con personas de mi absoluta confianza. Tengo un punto aventurero, quizá loco, y creo que después de la sequía anterior queremos que el cambio se visualice. No estamos aquí para caer en tópicos. Lo nuestro es gestión. Pese a la lentitud de la maquinaria administrativa, intentamos hacer acciones modestas. El presupuesto nunca es suficiente y además hay prioridades, como todos los asuntos sociales, pero yo creo en el papel clave que tiene la cultura como motor de un cambio de actitud. La cultura da miedo. La pedagogía es entender lo que significa y no temer el debate.

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