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Palma a la vista

Una protesta de sábanas

Sacar los coches aparcados del mirador de la Seu ha molestado a sus propietarios. Cort avanza en su modelo de ciudad sin humos

El mirador de la Seu liberado de coches.

La ciudad como tablero de enfrentamientos. Un damero que se vive en algunos casos a vida o muerte. Uno de los temas de mayor controversia lo genera el cómo moverse por Palma.

La ciudad más vieja, la antigua, ha sacado la sábana santa y la ha colocado como velo para tapar la entrada de sus patios. Ahora el lienzo blanco simboliza su enfado contra el Ayuntamiento que les ha quitado el aparcamiento delante de la Catedral.

El señor Ferrer se ha propuesto que Palma se mueva a ruedas, de bicicleta a ser posible. Vuelven a asfaltarse calles y se araña espacio para los coches siempre a favor de los carriles bici. Estas medidas están en clara consonancia con un modelo de ciudad que apuesta por tener las vías respiratorias más despejadas. ¡Bien por este concejal!

Se potencia, asimismo, el uso del transporte público, el de la EMT, que puestos a decir, cabría pedirles a algunos de sus chóferes que condujeran con mayor suavidad porque algunos autobuses se mueven como norias.

Por tamaño, por clima, es fácil pillarle la medida a Palma. De todos es sabido que quien mueve las piernas, mueve el corazón, así es que hagámosla peatonal.

Dicho todo esto, somos tozudos, pelín vagos y muy muy comodones. Mueve ficha le dice el automovilista al ciclista mientras éste pedalea sin consuelo a todo tren pisándole los talones a un peatón que pasaba por allí. La convivencia no siempre se resuelve amigablemente.

En una urbe con un parque automovilístico que nos sitúa por encima de la media, es decir, 3 coches en una familia de cuatro integrantes, las cuentas no salen. ¿Dónde dejarlo? Si optamos por ser sanos, tendremos que aparcarlo en algún lado. No todo el mundo tiene una plaza de aparcamiento, ni en un estacionamiento privado ni en uno subvencionado. ¿Qué hacemos con el bicho con ruedas?

Podemos apuntarnos a cursos de adaptación mental y conceder que vamos a liberar el auto dejándolo cerca de casa, pero y si te quitan el lugar, ¿qué haces? Pues en lo viejo de la ciudad, le han respondido al alcalde con una sábana blanca y cerrando sus patios. La pataleta de los dueños de las casonas parece la de los hinchas de fútbol o los taurinos cuando sacan el pañuelo blanco pidiendo ´justicia´. Ellos, tamaño sábana. El enojo va sobrado en el centro histórico.

Lo cierto es que si caemos presos del síndrome de Stendhal, la Catedral no se merece tener semejante compañía. Y si caemos bajo el irrefutable para algunos criterio economicista, no se debe dañar uno de los reclamos turísticos de la ciudad. Ya hubo un tiempo en que se estacionaron las calesas dejando a pleno sol a los caballos, y por fin la protesta de muchos ha logrado que vayan a sombra y conviertan parte de la calle Conquistador en un meadero equino.

El Mirador de la Seu recupera su función, aparca los coches en otra vereda y cede el espacio al simple paseante. Es probable que sea una de las desventajas de vivir rodeado de tanta belleza, tener que convertirse en un ciudadano de a pie y dejar su coche un poco más lejos. El damero está que arde. Todo sea por la Seu. Claro que si usted vive en lo viejo, es más que razonable explicarse su enfado morrocotudo.

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