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Palma a Palma

Homenaje a los tontos

Homenaje a los tontos

Quienes visiten el edificio de Cort probablemente se hayan fijado en un cuadro de la primera planta. Justo enfrente de la entrada al salón de plenos. Aparece una visión de la Palma medieval, con una larga procesión. Escenifica el entierro de Ramon Llull. Y es obra del pintor Miquel Bestard, que como vivió en el siglo XVII representa a los personajes vestidos como en su época. Y no al modo de principios del siglo XIV, que es cuando murió.

El espectador reparará en que, justo en el centro del cuadro, figuran unos extraños personajes. Mendigos, tullidos. Los marginados, los 'tontos'. Esas figuras que fueron durante siglos objetos de la bufa y el escarnio popular. Que en este caso, de forma curiosa, aparecen representados en un lugar casi de preferencia. La sociedad moderna ha arrinconado esa figura tradicional. La gente ya no es tan cruel como hace relativamente poco. Cuando cualquier tipo de diferencia, de minusvalía, era considerada como grotesca y risible. Un deje social que duró al menos hasta los años 60, y que todavía aparece retratado en algunas películas y libros de esa época.

Los 'tontos del pueblo' eran considerados casi como un patrimonio. Como probablemente lo serían esos desconocidos personajes retratados por Bestard. Uno todavía recuerda algunos casos famosos. Durante una época, viví en Sant Cugat. Y una de las atracciones de su estación de ferrocarril era una mujer, con algún tipo de deficiencia psíquica, que salía corriendo a la entrada de cada tren. Reía y gritaba. Totalmente extasiada. Los conductores, los revisores y los usuarios del tren la conocian bien. Y ella repetía ese ritual una y otra vez. Hasta un día en que murió atropellada por el mismo tren que tanto le hacía gozar. Creo que todos sintieron su pérdida, pese a que se rieran de ella.

Leyendo las crónicas del siglo XIX aparecen también muchos de esos personajes. Como la mujer reputada por bruja que retrata magistralmente Joan Benejam en Ciutadela vella. O algunos personajes de Lo que Ibiza me inspiró, de Fajarnés Cardona. Figuras que concitaron el estigma social de una época en que no existía sensibilidad hacia lo que fuera distinto. Y la respuesta era muchas veces la burla y la brutalidad.

El cuadro de Bestard, a su manera, les rinde un homenaje. Les coloca en el centro de la escena porque ellos, los 'tontos del pueblo' y los tullidos, también formaron parte esencial de la sociedad de su época.

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