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Palma a la vista

Un café de verdad

Joanaina Rosselló y Alberto Comas, en Café Riu Tort. L.D.

España es un país muy cafetero. Palma no es excepción. Sin embargo, lo que bebemos no es café. Eso aseguran los llamados baristas. Entre ellos, Joanaina Rosselló y Alberto Comas, "autodidactas" formados por Kim Ossenblok, un belga afincado en Barcelona que forma a futuros especialistas en servir café del bueno.

Con tan solo cuatro meses desde que abrieron su local, Café Riu Tort, ya han escuchado palabras que animan a seguir: "Nos habéis hecho una jugada, porque ahora después de haber probado vuestro café, el resto nos sabe a ceniza. Nos habéis cambiado el paladar", cuenta Alberto, un actor metido a barista.

"La profesión es de amor y odio. Pendiente de que se apueste por la cultura, la hostelería siempre ha sido un refugio para los actores. Para poner copas a borrachos, prefiero tener mi local", confiesa este mallorquín de 32 años, que se ha liado la manta junto a una filóloga e intérprete de árabe de Barcelona pero con ascendencia familiar de Mallorca que conoció en Madrid.

"Queremos abarcar esa cultura del café que hemos tenido -nuestros padres nuestros abuelos- pero que se ha perdido porque llegó esta ola que solo busca la rentabilidad a toda costa. Hemos pagado por algo tan nocivo como el café torrefacto. Creemos que el consumo de café de especialidad va a ir a más. En Palma, por el momento solo lo sirve La Molienda y ahora nosotros. En Bunyola van a abrir un pequeño rincón en una librería, el Set Cels", cuentan.

Ellos adquieren el café en Supracafé, una empresa madrileña con finca en Colombia en la que no hay intermediarios, aunque no se le puede llamar de "comercio justo". En un futuro les gustaría tener varios tipos de café y tener su propia tostadora, pero por el momento su sueño se hace sorbo a sorbo, como el mejor café.

Lo acompañan de producto local, fresco, como los cruasanes del pastelero Lluís Pérez o los llonguets para las meriendas. En plena calle del Carmen, las mañanas son ajetreadas y también al mediodía. Ellos cierran después de la comida. Ofrecen almuerzos ligeros y "muy sanos", precisa Joanaina.

Alberto y Joanaina apuestan por el café desde su local, en el que se percibe cierto aire nórdico, gracias a un mobiliario de líneas muy puras. "Es un riesgo abrir un negocio pero también lo es estar con un trabajo temporal. Y esto al menos lo hemos montado nosotros", señalan. Agradecen el apoyo de personas como Valentina Dalla Corte, la hija del propietario de los ferraris de las cafeteras.

Favor por favor. Una de sus paredes la dejan para artistas. Ahora cuelga obra pictórica de Fumantwo.

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