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Comercio emblemático

Colmado Perelló, el pionero de la calidad

Mateo Estelrich, el propietario del pequeño comercio del Eixample abierto hace siete décadas, se jubila el sábado y deja atrás un establecimiento que fue precursor del servicio a domicilio y los productos exquisitos

Los hermanos Estelrich. r.g.

El reciente regalo de un cuadro de la fachada del local servirá para que el Colmado Perelló esté siempre con Mateo Estelrich. Hasta ahora ha sido así, porque nació en la casa que había en la parte trasera del negocio, en la calle Bisbe Joan Maura 19 -un año después de que sus padres se mudasen de Santa Margalida a Ciutat para iniciar una nueva vida-, y el sábado se jubilará allí mismo. "Cerraré a las dos, como si fuese un día normal". Quien ayer cumplió 69 años tiene una sensación agridulce. "Si por mí fuera, trabajaría 70 años más, pero se lo debo a mi familia y, ahora que todavía tengo energía, voy a disfrutar de mis nietos de seis, siete y ocho años".

Expectante ante esta nueva etapa vital, solo tiene recuerdos gratos de un establecimiento que ha llegado a las siete décadas y que fue pionero en el servicio a domicilio y en la calidad de sus productos. Durante la tarde de ayer y todos estos días, no dejan de entrar clientes para decirle lo mucho que añorarán el histórico colmado de barrio. Los trata de forma tan personalizada que sabe lo que les gusta a muchos de ellos e incluso adquiere género "pensando en alguien concreto", tal como cuenta.

Su sencilla filosofía sobre cómo regentar un negocio parece la clave para el pequeño comercio. "Pueden tener un gran futuro siempre y cuando aporten algo nuevo, el propietario se sienta identificado y a gusto con lo que hace, tenga confianza en lo que vende y trate bien al cliente, ya que son personas, no números". El colmado de Mateo Estelrich está cerca de El Corte Inglés de las Avenidas y un Mercadona, pero "el sol sale para todos y cada uno tiene que saber qué parte es para él y qué herramientas tiene", tal como explica. Las del pequeño comercio deben ser "calidad, amabilidad, responsabilidad y servicio", enumera.

Esta filosofía la aprendió de su madre, Maria Perelló Fornés, quien se quedó viuda a los 39 años, por lo que él y su hermano, Antonio, que eran adolescentes, tuvieron que arrimar el hombro en la tienda aún más. "Desde los siete años ya ayudaba llevando productos a los clientes antes de ir al colegio, aunque cuando se murió mi padre, los tres creamos un bloque compacto para sacar el negocio adelante. Mi madre era muy honrada y decidida. Solo sabía sumar, pero decía que no necesitaba saber restar", relata Mateo. Cuando ella se jubiló, él se hizo cargo del colmado con la "enorme ayuda" de su mujer, Carmen Izquierdo.

Los hermanos Estelrich.

Continuó "apostando por la calidad de los productos", que ha traído "de todos los rincones de España. Si escuchaba que algo era bueno, enseguida me ponía en contacto con la empresa que lo fabricaba, como cuando en una tertulia de radio hablaron de los dulces de la confitería Muñoz, en Teruel, o alguien me dijo que los pasteles de La Rondeña, en Cádiz, estaban muy ricos". Desde perejil a sobrasada o un champán de 1.500 euros, "los clientes saben que aquí no se paga caro, sino lo que vale". Él mismo escoge la fruta en Mercapalma a las cinco de la madrugada y si algo no le gusta, no lo vende, "aunque a algún cliente le pueda gustar", afirma quien no se considera un sibarita, sino "exigente".

Este miércoles, la patronal del pequeño comercio Pimeco le rindió un pequeño homenaje por su medio siglo al frente del Colmado Perelló y destacó su pasión por el trabajo. Para Mateo Estelrich, el reconocimiento más importante es el que le brindan los clientes que valoran el que ha sido el trabajo de su vida.

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