Subidos al camión de bomberos, a una pelota hinchable para aprender equilibrio, sobre una bicicleta, un monopatín, o estirando músculos en los elásticos para mostrar que son de goma, los más pequeños de la casa fueron protagonistas del Sant Sebastià PetitSant Sebastià Petit. El Parc de ses Estacions volvió a ser territorio de cuentos y juegos.

Marionetas que les narraban su confusión con las horas, un hada despistada, o Mr. Carrot y su carromato del Circ Bover que aseguraba hacer "magia profesional" invitando a voluntarios como David e Iván, éstos padres, a saludarse y darse abracitos al estilo Teletubie. "¿Esto es magia?", preguntaba un pequeño impaciente. Llegaría más tarde.

No muy lejos, a una niña aprendiz de Alicia no le cabían en sus brazos la reina del tablero gigante de ajedrez. Otro crío, un poco más mayor, Andy Salomon, de 11 años, lloraba desconsolado. Se le había clavado una astilla del banco de madera en el que junto a su hermano pequeño, Rubén, atendía las instrucciones de su abuela, a la que llaman Mavi Dina, para hacer trenzas y con ellas, pulseras.

"Los dos quieren ir a los sidecars, pero como hay demasiada gente, les enseño esto mientras esperamos, pero se ha lastimado con el banco. ¿Puedes escribir que los arreglen?", pedía la señora nacida en París.

Elsa Morlá "se atreve con todo", indicó su padre, que no paraba de hacerle fotos con el móvil mientras la niña de 5 años no paraba de hacer contorsiones con la cuerda elástica colgada de un palo.

El payaso Josué de Teatrix esperaba la hora de empezar a contar cuentos. No muy lejos, llegaba el eco de los tambores de África. Un cuentacuentos narraba a través de distintos episodios sobre un tigre amenazado de muerte, un toro, una tortuga, el árbol, el viento, cómo no hay que olvidar "dar siempre gracias" y "estar agradecidos a la vida". Entre los asistentes, el cineasta Toni Bestard.

"Hemos de sentir África, donde el ritmo de la vida se mece como olas de mar", decía el contador de cuentos mientras invitaba a tocar los tam tam a los niños.

Locos por las bicis

Hay aficiones que no cambian. El regalo estrella en una casa siempre fue una bicicleta. Sigue siendo uno de los juguetes preferidos. Un año más entre los talleres que se ofrecían en el Sant Sebastià Petit estaba el de impartido por la Policía Local de Palma sobre normas de conducción de las bicicletas. Había largas colas para subirse a las bicis. "¡Vamos a las bicis!", se oía suplicar a un pequeño, tirando de la manga de la chaqueta de su padre.

Otros, sin embargo, preferían apuntarse al circo, querían saber cómo hacer desaparecer palomas, personas... Palabras mayores para un prestidigitador de escasos centímetros.

No faltaron los payasos como Cucorba que enredaban a los padres y a sus hijos para hacer un corro. Acabaron jugando todos porque de una u otra manera, no hemos dejado de ser niños.