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Sa Torreta

Dos puentes para unir a los ciudadanos

Construir puentes puede tener un significado real o simbólico. Ahora mismo pretenden levantarlos metafóricamente PP, PSOE, Podemos o Ciudadanos

Puente de s´Hort d´en Moranta, acabado en 1916.

Construir puentes puede tener un significado real o simbólico. Ahora mismo pretenden levantarlos metafóricamente PP, PSOE, Podemos o Ciudadanos. Tendrían que intentarlo Cataluña y el resto de España. Son tan emblemáticos que la Unión Europea los eligió para estamparlos en sus primeros billetes de euro.

Los otros puentes, los físicos, los prácticos, han supuesto uno de los grandes avances en la comunicación entre los pueblos. Los que en la Edad Media ayudaban a cruzar un río se convertían en fuente de ingresos y a su alrededor crecían las ciudades. Por contra, las guerras destruyen puentes simbólicos y reales. La obsesión del cámara que acompañaba a Pérez Reverte en la guerra de los Balcanes era grabar la voladura de uno de ellos. El escritor lo contó en Territorio comanche. Era la mejor imagen para ilustrar cómo saltaron por los aires los vínculos entre serbios, croatas, bosnios y eslovenos.

2016 podría ser el año de los puentes en Palma. Se cumple un siglo de la construcción de los dos que permitieron salvar el torrente de sa Riera para que la ciudad se expandiera hacia Ponent. Uno, el que une Jaume III, aunque la avenida no existía entonces, con la calle Indústria -conocido como el de s'Hort d'en Moranta-. El segundo es el de las avenidas, que enlaza la zona de los institutos con el barrio de es Fortí. Este fue desvirtuado durante su ampliación en los años 70. Después vendría el peatonal de Tirador.

El de s'Hort d'en Moranta quedó listo en el verano de 1916, unos meses después de lo previsto. "De aspecto elegante" y con "una anchura de veinte metros", según la descripción de la prensa. El estilo es eminentemente regionalista.

El constructor, un tal Barceló, trabajó conjuntamente en los dos. El del instituto se remató unos meses después. De esta forma Palma y su zona de Ponent dejaron de estar unidas tan solo por el puente de Sant Magí, que primero fue de madera y después de piedra, y el de la Porta de Santa Catalina, obra de El Fratín. 1916 fue el año en que Palma tendió puentes.

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