Mejorar la participación ciudadana es un leitmotiv del equipo de gobierno tripartito de Cort. Desde finales de octubre han ido experimentando con una nueva fórmula: las consultas ciudadanas. Se trata de un recurso previsto por la normativa vigente (aparece en el Reglamento Orgánico de Participación Ciudadana del 2004), pero que hasta la fecha no se había puesto en práctica.

En tiempos de Aina Calvo, el Ayuntamiento realizó algunas pseudoconsultas por internet en las que cada persona podía votar varias veces. Esta dinámica se ha recuperado desde hace tres meses, pero entre críticas de la oposición por los cambios constantes en las reglas del juego. En las dos primeras encuestas no vinculantes que ha convocado este equipo de gobierno (las actuaciones musicales y el cartel de Sant Sebastià), podían votar los mayores de 16 años. En la del Born, solo los mayores de 18. La duración del plazo de votación también ha ido oscilando entre dos y ocho días.

Para que las reglas sean las mismas para todas las consultas, el tripartito está preparando una nueva norma que fije las condiciones de todos los referendos no vinculantes de Cort. Se trataría de un reglamento que marcaría cuál es la edad mínima para participar, cuántos días durará la votación, cómo se anunciará la consulta y cómo puede tener la ciudadanía toda la información posible antes de la elección.

Así lo explicó a este diario la directora general de Participación Ciudadana, Marina Orell. Las consultas ciudadanas han comenzado sin ninguno de estos extremos en la normativa. "El reglamento actual comenta que existen las consultas populares, pero no da una definición exacta. No queríamos esperar hasta tener un manual acotado antes de comenzar. Estamos elaborando el protocolo a medida que hacemos las consultas", señaló la alto cargo del Ayuntamiento.

Mantener la tarjeta ciudadana

El equipo de gobierno mantendrá las votaciones a través de internet por la facilidad para el recuento. Y también quiere que la tarjeta ciudadana siga como referente, pese a la desconfianza que genera entre la oposición y la Federació d'Associacions de Veïns.

"La tarjeta ciudadana no es elitista y 80% del censo ya la tiene", apuntó Orell. Recuerda que no es posible usar el DNI porque requeriría un permiso del Estado para cada consulta, lo que tardaría meses en tramitarse. "La tarjeta ciudadana es muy fiable y permite controlar que nadie suplante la identidad", agregó. Además, contiene información para acotar el perfil de cada persona, como la edad o el barrio en el que vive, lo que permitiría realizar consultas más selectivas.

En cuanto a las cifras de participación, hasta ahora no han sido todo lo elevadas que esperaban los responsables del consistorio. En la primera consulta, sobre las actuaciones de la Revetlla de Sant Sebastià, votaron 2.100 personas. En el segundo referendo, sobre el cartel de las fiestas patronales, Cort no hizo público cuánta gente votó. En la tercera y última votación realizada hasta la fecha (la de las terrazas del Born), la participación superó las 15.000 personas gracias a la movilización de los partidarios del sí a las terrazas. Un éxito relativo, ya que supone un 5,5% del censo. "Lo ideal sería tener una base de datos con los correos electrónicos de la ciudadanía para comunicarnos mejor con ellos", explica Orell.

"Las consultas son nuevas y todavía hace falta una cultura de participación. Aunque los resultados no sean representativos, los escuchamos. Cuando la gente se dé cuenta de que hacemos caso a lo que sale en las votaciones, más personas se animarán a votar", razona la directora general.

La regiduría de Participación espera que las consultas ciudadanas se consoliden como una manera de trabajar del Ayuntamiento y una forma para que la población se relacione con la administración. La prueba de fuego serán los presupuestos participativos que se pondrán en marcha a lo largo de 2016, en los que la ciudadanía podrá votar a qué proyectos se destina un porcentaje del dinero de Cort.