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Sa Torreta

La Sibil·la suena a música árabe

De viaje en Córdoba, cruzamos el puente romano sobre el Guadalquivir y nos dirigimos a la torre de Calahorra. Sus orígenes son islámicos, aunque...

Aquí tambien se escucha el Cant de la Sibil·la.

De viaje en Córdoba, cruzamos el puente romano sobre el Guadalquivir y nos dirigimos a la torre de Calahorra. Sus orígenes son islámicos, aunque los cristianos la reutilizaron y le dieron su aspecto actual. Ubicada en el lado izquierdo del río, su misión era evitar que el enemigo cruzara el puente y asaltara las murallas. Resultó útil en las disputas entre seguidores de Mahoma y de Jesús y también en las guerras fratricidas entre los reyes de Castilla.

Tras ser restaurada en 2007, fue cedida al Instituto para el Diálogo de las Culturas de la Fundación Roger Garaudy. En su interior se ha montado una exposición para ensalzar la convivencia de tres culturas -judía, musulmana y cristiana- en la ciudad. Isabel y el que suscribe decidimos visitar el monumento, que a medida que se cruza el puente se presenta más y más imponente. Una vez dentro, comenzamos a subir las escaleras. En cada piso, diversos objetos, maquetas y audiovisuales nos introducen en las costumbres y tradiciones de cada cultura.

En la tercera planta, creo, hay una impresionante maqueta de la mezquita que permite apreciar sus perspectivas interiores sin el estorbo de la catedral incrustada. Por los altavoces de la sala suena una voz conocida. El canto también resulta familiar, aunque no encaja en el ambiente ni la época recreados. Unos instantes después identificamos la perfecta dicción de Maria del Mar Bonet. La siguiente asociación es evidente. Lo que suena es el Cant de la Sibil·la, reconvertido en música árabe por obra y gracia de algún comisario. Ha decidido unir la cultura musulmana con las terribles profecías que cada Nochebuena se cantan en las iglesias palmesanas y mallorquinas.

La Sibil·la arabizada o musulmanizada. Tampoco es tan extraño. Maria Salom la paseó por París y Miquel Ensenyat ha decidido conquistar Bruselas con ella. ¿Quién nos garantiza que mañana no llegará a Las Vegas o al barrio rojo de Amsterdam? Por si acaso, mañana vuelva a disfrutar con el canto antes de que la conviertan en puro espectáculo. Emociónese con las amenazas de profeta. La emoción nadie podrá exportarla.

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