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Sa Torreta

Las 'alegres' navidades de 1940

¡Menuda trastada! Se han agotado las angulas. El mercado está abarrotado. La lechona se ha puesto por las nubes. Con la crisis hemos reemplazado...

Un antiguo puesto del mercadillo navideño de la plaza Major.

¡Menuda trastada! Se han agotado las angulas. El mercado está abarrotado. La lechona se ha puesto por las nubes. Con la crisis hemos reemplazado las cigalas por mejillones. La pandilla ha encontrado las entradas agotadas para celebrar el fin de año en media docena de discotecas. ¡Estas Navidades serán un desastre!

¿Un desastre? Este artículo no pretende ser moralista. Solo animarle a disfrutar de las fiestas aunque sea por comparación. Confrontación con las que vivieron nuestros padres y/o abuelos en los años de la posguerra. Aquellas en las que el gobernador civil, prohibía "terminantemente la asistencia de menores de 16 años de ambos sexos a los espectáculos llamados bailes de salón". ¿Se imagina el patatús que le daría a Fermín Sanz Orrio -el gobernador- si viviese? Los que tenían entre 16 y 20 años sí podían echarse un baile... siempre que fueran "acompañados de sus padres o de su tutor legal". Un planazo, vamos.

En cuestiones de comida se daba vía libre al derroche. La Delegación de Abastecimientos echaba la casa por la ventana con un reparto extraordinario de azúcar (del moreno tirando a negro), alubias y bacalao. Había que entregar a cambio los cupones 10, 18 y 19 de la cartilla de racionamiento. A las barriadas obreras llegaron los higos secos procedentes de "partidas incautadas por a Fiscalía Provincial de Tasas".

Eran jornadas de solidaridad "en horas duras de sacrificio" en la que los "hombres buenos" habían salvado una patria "herida y maltrecha por hombres malos" [todo sic]. Por eso la Sección Femenina reclamaba a sus mujeres de camisa azul que "la noche más bella del año lo sea para todos". Por si acaso, el gobernador anunciaba a diario las cantidades de dinero recibidas de instituciones y particulares para el "aguinaldo del pobre". También se esmeraba en perseguir y sancionar "a algunos negociantes del pan" que lo elaboraban "completamente blanco".

Así que ya sabe, quizás no le falten motivos para quejarse, pero después de leer las desdichas del pasado quizás pueda sonreír, silbar y seguir hacia adelante.

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