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Palma a Palma

La vida oculta de los terrados

La vida oculta de los terrados

Hay ciudades que miran hacia arriba. Verticales. Otras, por el contrario, se desarrollan en la horizontaneidad. La diferencia estriba en el horizonte. Las ascendentes, llenan sus planos superiores con elementos de interés. Sobre todo las grandes metrópolis, donde el cielo queda casi siempre oculto. Balcones, ventanas, decoraciones, planos conectados...

En cambio, las que se estructuran más a ras de suelo, colocan allí sus detalles de relieve. Y dejan las zonas altas abandonadas. Uno diría que Palma pertenece a la segunda categoría. Por más que su nivel elevado tenga protagonistas de interés, como campanarios, torres de casas señoriales, grandes llanuras de tejas... casi nunca se contempla. La ciudad se entiende a sí misma a nivel de calle. En los portales, las fachadas, las plazas, la linealidad de calles y avenidas.

Resulta incluso difícil hallar miradores desde los cuales ver otra perspectiva de la ciudad que no sea la horizontal. Y cuando lo logramos, nos sorprende esa existencia desconocida. Sobre todo la que hace referencia a los terrados.

Cuando subes a una cierta altura, como ocurre con los andamios que rodean algunos monumentos, o la torre de alguna iglesia, los terrados se multiplican en la distancia. Nunca iguales, siempre aprovechando las zonas más irregulares. Terrados a veces con un cubrimiento moderno. O antiguos, que parecen palomares y constituían la pieza más humilde de la casa.

Esos terrados se recortan sobre el cielo enorme de la ciudad. Tan claro y tan amplio. De manera que sus detalles parecen siempre surgir de un mundo en miniatura. Tan gran y absorbente es su entorno.

La perspectiva de los amunts del centro de Palma siempre me recuerda alguna escena de Antonioni. Inspira una extraña paz. Un no pasar nada aunque pasan cosas. Una mujer que tiende la ropa. El movimiento de unas cortinas. Unas plantas. Una mesa vacía donde algunos cenaron por la noche. Y encima de todo ello, la estela blanca y despaciosa de un avión lejano.

La vida oculta de los terrados habla de poesía y misterio. De cosas visibles y otras invisibles. De la delgada línea divisoria entre la tierra y el cielo. La realidad y el sueño. Los personajes, aunque sólo sea un hombre que fuma mirando al vacío, adquieren de repente un carácter trascendente.

Cuando la ciudad mira hacia arriba, se descubre sorprendida a sí misma.

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