Diario de Mallorca

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Crónica de antaño

La Capitanía General de Balears

Felipe V instauró la institución que tuvo que esperar al fin de la Guerra de Sucesión para ponerse en marcha

Recientemente se celebró el aniversario de la Capitanía General de Balears.

Este año se cumplen tres siglos desde que se creó la Capitanía General, institución que instauró el rey Felipe V. Desde la conquista de 1229, el rey Jaime I nombró su representante en la isla: un lugarteniente general (gerentes locum domini regis in civitate et regno Maioricarum), el cual ostentaba el poder real en el archipiélago. Entre las atribuciones que tenía el lugarteniente, se encontraban las de poder renovar los cargos, tanto civiles como militares. A partir del siglo XVI, durante el reinado de Felipe II, el cargo de lugarteniente general pasó a denominarse virrey.

Hay que recalcar que, a pesar de que gozaba de la potestad del poder real, al virrey le era indispensable contar con las autoridades regnícolas (la Universidad de la Ciudad y Reino de Mallorca) para decidir sobre temas militares, de acuerdo con el principio de soberanía compartida que regía la monarquía hispánica de los Austrias. Tal como nos recuerda el historiador Miguel Deyà, en Mallorca hasta el siglo XVIII no existieron ni cuarteles, ni guarniciones estables. Era la propia población mallorquina que debía defenderse en caso de ataque. Por lo tanto, se dependía de los jurados del Reino, tanto para el alojamiento de tropas reales cuando debían residir alguna temporada en la isla, como para organizar la movilización de la población civil en caso de necesidad defensiva.

En 1700 murió el último rey español de la dinastía de los Austrias, Carlos II. Al no dejar sucesión, nombró heredero a su nieto-sobrino, el duque de Anjou, que fue coronado con el nombre de Felipe V. Que un francés accediese al trono de España, provocó no pocos recelos en los diferentes reinos hispánicos, pues Francia era el rival histórico de España. Ahora bien, también hay que decir que la llegada de los Borbones a nuestro país supuso una renovación en la Corte y en la organización „la cual presentaba no pocos anacronismos„ de sus estados. En 1701, antes de que se iniciase la Guerra de Sucesión, con el afán de renovar y hacer más eficaz la administración civil y militar, Felipe V firmó las ordenanzas de Flandes por las que se dividió España en doce territorios o capitanías, una de las cuales fue la de Mallorca. En 1705 se establecieron las capitanías generales que se correspondieron con los diferentes reinos hispánicos. La iniciativa de esta reforma quedó interrumpida por la guerra, por lo que no se pudo aplicar en Mallorca hasta 1715.

Al finalizar la Guerra de Sucesión, Felipe V no solo consolidó el trono de España sino que su posición quedó reforzada. En la corte española, en la que se instaló un grupo de franceses, se percataron de la oportunidad de poder reorganizar los reinos hispánicos siguiendo los criterios de la monarquía absolutista: primacía del poder real frente a los tres estados (civil, militar y eclesiástico), centralización del poder político y concentración del mando militar en la figura del monarca. Por ello, Felipe V, con apoyo de la corte de Madrid „y también la de Versalles„ se vio con las fuerzas suficientes para poder llevar a cabo una profunda reforma en sus reinos hispánicos. Los decretos de Nueva Planta aplicados en los diferentes territorios de la Corona de Aragón son un claro ejemplo de ello.

Al final de la Guerra de Sucesión, el marqués Claude François Bidal d´Aspheld, fue el militar enviado por el rey para recuperar el reino de Mallorca ante los partidarios del archiduque Carlos. Contrariamente a lo que se suele afirmar, el caballero Aspheld, una vez pactada y firmada la capitulación de las autoridades isleñas, ayudó a los mallorquines ante el rey a la hora de pedirle prerrogativas tras la guerra. Según Deyà, en una de las cuestiones en que Felipe V fue inflexible fue con la organización del mando militar: "a partir del Decreto de Nueva Planta las unidades militares de Mallorca formaron parte del Ejército Real, por primera vez en su historia como guarnición permanente, tras haber licenciado las fuerzas militares propias de la Universidad". Por tanto se modificó el sistema de movilización militar creado en el siglo XIII. Las instituciones de los jurados, la Universidad de la Ciudad y Reino de Mallorca y el Gran i General Consell dejaron de existir, y con ellas se extinguió su capacidad de movilizar militarmente a la población isleña. De esta manera, por un lado, el capitán general, que al igual que los antiguos lugartenientes y virreyes era la máxima autoridad militar, ahora se vio libre de tener que consultar a las autoridades locales sobre aspectos militares; aunque, al mismo tiempo, sus competencias estuvieron delimitadas por la nueva legislación borbónica.

La sede de la Capitanía General se estableció desde un principio en el Castillo Real de la Almudaina, lugar que desde 1231 había acogido „y sigue haciéndolo„ a la máxima autoridad militar de la isla, ya fuese denominada a lo largo del tiempo como lugarteniente, virrey, capitán general o comandante general.

Cuando el 3 de agosto de 1715, el caballero Aspheld abandonó la Isla, fue substituido por el marqués de Ledde, que fue la primera persona en ser nombrada expresamente capitán general. Lo primero que hizo el nuevo alto mando fue desarmar a los famosos artilleros de Mallorca.

Durante su mandato, Ledde dotó de estructura de mando estable la Capitanía Militar. Definió dos plazas fuertes en Mallorca, una en Palma y otra en Alcudia, ambas con sus correspondientes gobernadores, siendo el de la capital el propio capitán general. Lo mismo hizo en Ibiza. En cambio, Menorca en aquellos momentos estaba ocupada por los ingleses. En un principio, cada plaza fue dotada de un teniente del Rey, un sargento mayor, un capitán de puertas y una serie de ayudantes para el capitán general y el gobernador. Además se nombraron gobernadores para las fortalezas más destacadas de las Islas: castillo de Bellver, castillo de San Carlos, castillo de Capdepera, castillo de Cabrera, bastión del puerto de Sóller€ Esta estructura organizativa se mantuvo durante todo el siglo XVIII.

Ledde, además, impulsó la modernización de la fortificación de la fachada marítima de Palma, un ambicioso proyecto que se alargaría hasta el 1800.

(*) Cronista oficial de Palma

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