Santa Catalina y es Jonquet son el yin y el yang de Palma. Los contrastes se evidencian a marchas forzadas. La acelerada llegada de europeos del norte que compran inmuebles y abren negocios ha disparado los precios, "provocando entre muchos de los vecinos habituales de esta zona su marcha o, si se quedan, el abandono de hacer vida de barrio", indicaron ayer quienes han trabajado en el monográfico Intervención Comunitaria Intercultural Santa Catalina y Es Jonquet, impulsado por 'la Caixa', y que fue presentado ayer por José Hila.

También es que la prosperidad ha permitido que algunos de sus edificios, sus negocios, que estaban en mal estado, se hayan reformado. Cierto también que la inversión ha supuesto una inyección económica. Pero con todo ello, también ha llegado el ruido.

En el estudio han participado 31 entidades y más de 150 personas. Se trata de un marco teórico, que cuenta con el apoyo de Cort y de la asociación Grec, que ha recogido información en base a tres ejes: el proceso de gentrificación que vive el barrio, la convivencia entre vecinos y la atención a niños y jóvenes.

Cort tomará nota de las conclusiones puesto que a día de hoy "no tiene iniciativas concretas", indicó Isabel Cortada, educadora social.

En Santa Catalina viven 9.034 personas, de las que 1.973 son extranjeras. En es Jonquet, de las 719 personas que viven, 239 son extranjeras. "No hay convivencia entre extranjeros y vecinos autóctonos; lo que hay es coexistencia. No hay conflicto pero tampoco hay relación", subrayó Pau Alomar, técnico del ICI.

Otro de los temas en que incide el estudio es la polaridad del uso del espacio público, enfatizado en la peatonalización de la calle Fàbrica y en el progresivo problema del ruido que enfrenta a vecinos con restauradores. "Todos están de acuerdo en que la Administración ejerza un rol mediador para acercar posturas", entre el derecho al descanso y de ganarse la vida. Les preocupa el tema del botellón.

Se evidencia también la necesidad de trabajar entre los niños y los más jóvenes ya que "hay pocos recursos" y se contempla "un incremento de la violencia entre parejas a través del control en redes sociales", señaló Pau Alomar.