Tres pasacalles sirvieron para abrir boca antes del encendido navideño y llevaron la fiesta desde varios rincones del centro de la ciudad hasta la plaza de Cort. Fueron la principal novedad festiva del encendido de luces que, más allá del discurso político y la pitada, transcurrió de forma impecable y con mucha animación.

Los cabezudos de la Sala circularon por el Born y subieron hasta Canamunt acompañados por la música de los xeremiers. Fueron el punto tradicional del acontecimiento.

El toque sorprendente vino con el Circ Bover que se abrió paso con tres grandes ángeles zancudas que, con sus alas blancas, despertaron caras de sorpresa entre los más pequeños. También causó admiración y aplausos la equilibrista que jugaba con un aro suspendido en el aire en el que realizó complicadas piruetas.

Tras el encendido de luces se formaron las primeras colas para ver el belén y luego las familias se dispersaron para el paseo de rigor bajo un centro de Palma iluminado, una estampa que durará hasta el próximo 6 de enero.