De "mamotreto" a obra "espectacular". La opinión sobre el Palacio de Congresos dio ayer un giro de 180 grados para un grupo de ciudadanos después de que el centro de convenciones estrenara sus visitas guiadas. Aunque muchos de ellos siguen viendo reparos a la ubicación o las dimensiones de la obra, todos coincidieron en las bondades del interior de la infraestructura.

Los entresijos del Palacio y el hotel anexo enamoraron a los cien primeros visitantes, que contaron para la ocasión con un guía de excepción: el arquitecto y diseñador del complejo congresual, Patxi Mangado. El navarro se encargó de las tres primeras sesiones y respondió a todas las preguntas de los ciudadanos, que no se cortaron al plantear sus dudas.

Desde el presupuesto hasta la calidad de los materiales o la distribución de los espacios. Mangado se sometió al interrogatorio ciudadano desde el primer minuto y defendió con solvencia la infraestructura. "Esto no es un objeto, sino un edificio que tendrá un papel económico muy importante", apuntó el arquitecto.

Un secreto que explicó fue el motivo de que la fachada que da al mar tenga un grosor de cinco metros. "Sirve para que entre luz pero nunca pegue el sol directamente. Allí van escondidas las escaleras mecánicas, que permiten recorrer el edificio sin entrar en él", señaló.

La insonorización del edificio -apenas se oyen los coches del paseo marítimo- o los materiales utilizados también despertaron la curiosidad de los visitantes. "¿Esto qué será? ¿Un solarium? Es precioso y tiene vistas a la Catedral", afirmaba desde la terraza del hotel María Rosa Alonso, una de las visitantes. Quedó sorprendida por la panorámica y por los interiores, aunque "desde fuera no es bonito".

Causaron sorpresa la cantidad de insultos, esvásticas y comentarios racistas que han pintado los obreros en las zonas que aún están en obras, incluyendo los ascensores. Al caminar por la pasarela que conecta el hotel y el recinto congresual, todos sacaron los móviles para fotografiar los detalles. "Es espectacular", afirmó Miguel Colom, un vecino del Portitxol. "Pues aún no has visto nada", le respondió el arquitecto navarro. Todavía faltaba ver los auditorios o la terraza del restaurante del Palacio.

"Desde fuera ves un bloque de hormigón, pero de dentro se ve muy bien", coincidieron María Tenorio y Nicolás Fuster. Rosaura Castella destacó "la combinación de los materiales, el mar y el entorno". Ana Soares y Gracia Jiménez elogiaron los espacios, sobre todo los auditorios. "Cada cosa que veo me gusta más. Ahora no hay que racanear en promoción", opinaron.

Al final del recorrido, Mangado se despidió uno a uno de los vecinos. "Para nosotros es un día muy importante, porque los ciudadanos deben saber qué es lo que han pagado. Me hubiera sorprendido que las visitas guiadas no hubiesen sido un éxito", afirmó el arquitecto. En la misma línea se manifestó el gerente de Palau de Congressos SA, Josep Sintes: "Los ciudadanos podrán ver y disfrutar el edificio. Después de tanta polémica, les cambiará la imagen completamente y entenderán que la inversión está justificada y que no se ha tirado el dinero".

Además del centenar de palmesanos, también acudieron a la visita las cuatro guías que se encargarán de las visitas a partir del próximo sábado. Cada semana habrá tres o cuatro grupos de visitantes. Las reservas ya están completas para octubre y noviembre. Las únicas fechas disponibles están a partir 5 de diciembre. El éxito de convocatoria supondrá que los responsables del Palau quieran buscar otro día para hacer visitas -probablemente los domingos, aprovechando que hay menos actividad en las obras-. La inscripción a las visitas, que duran unos 90 minutos, se puede hacer en el teléfono 971 729 920 o a través de la web municipal www.palma.cat.