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Palma a la vista

A Sant Jaume le crecen hoteles

Este edificio, Can Marqués, situado en la calle Sant Jaume acabará siendo un hotel de lujo.

De contar apenas con un par de buenos hoteles en el centro de la ciudad a abrir, de media, más de dos al año. Palma asiste a este crecimiento entre la incredulidad y la satisfacción. Dicho sea de paso, el porcentaje eleva a empresarios foráneos los que le han echado el ojo a la bella dama.

Si la presión hotelera se ha situado inicialmente en el casco viejo de la ciudad, ahora los ojos se ciernen sobre su falda, Canavall. En menos de dos años, la silenciosa calle de Sant Jaume se convertirá en albergue de muchas estrellas. El empresario catalán Miguel Conde se ha hecho con la casona conocida como Can Marqués, propiedad ahora de la familia Ques, que le ha alquilado el amplio edificio para convertirlo en un hotel de cuatro estrellas, según fuentes consultadas por este diario. Dispondrá de cuarenta habitaciones.

Miguel Conde, que en seis años habrá abierto cuatro hoteles de lujo si contamos con el de sant Jaume, y que también tiene previsto abrir otro en sa Gerreria y en Pollença, fue uno de los primeros en darles nueva vida a viejos casales de la ciudad. Él, junto a su madre, la decoradora Cecilia Conde Moragues, rompieron moldes al convertir Can Cera en hotel.

Apenas a un par de metros de distancia, en Can Palou de Comasema, se va a situar otro establecimiento, éste un poco más pequeño, ya que un empresario catalán está a punto de cerrar su adquisición. Al parecer, el propietario ya tiene otros negocios hoteleros en la isla.

¿Hay sitio para tanto hotel de alta categoría en esta ciudad? ¿El turismo urbano da para tanto? Los un hueso duro de roer. Cuentan con la ventaja coyuntural del terrorismo islamista que frena las ansias de viajar a destinos rivales como los países del Magreb, Turquía, por no mencionar Oriente medio.

"Está bien que se inauguren hoteles en Palma, que es un destino turístico en auge, pero creo que hay que regularlo. No podemos morir de éxito. No todo vale. Hay que medir bien los movimientos", señaló el pasado año Miguel Conde a este diario.

El ritmo es de vértigo. ¿Palma puede albergar tantas plazas? ¿Hay sitio para todos? ¿Cómo sufrirá el músculo ciudadano?

Sant Jaume es una de las escasas arterias que aún mantienen el encanto que hace que algunos de esos turistas quieran venir a la ciudad. Buscan silencio, elegancia austera, confort, belleza. Pero Palma no es solo ciudad dormitorio, no es solo destino turístico. Los residentes tienen mucho que decir. Ahí estriba, entre otros matices, esa regulación que mencionó un empresario como Conde.

Él va a levantar un hotel que fue la residencia de Pilar Delgado, hermana de Carmen Delgado, la mujer de Juan March. Su sobrina Concha Marqués fue la propietaria de un negocio de pieles que sigue en pie, no muy lejos de Can Alomar, el otro Titanic de Conde. Palma seguirá siendo amalgama de historia doméstica, alimentada por todas las pasiones que sustentan la condición humana.

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