Para que no haya confusiones: un artista de grafiti callejero jamás viola el patrimonio. En su código ético está vetado cualquier raya sobre un lienzo que de pared protegido. En las antípodas, se sitúa todo aquel infractor que deja sus pintadas, de nulo valor artístico, sobre lo que le viene en gana, por ejemplo, la muralla renacentista del Baluard del Príncep. Desde que se abriera al público, en octubre de 2013, tras la reforma del arquitecto Elías Torres, los gamberros no han dejado de cebarse en ella.

Garabatos, fechas, frases sin sentido, ultrajan este Bien de Interés Cultural que, sin embargo, no parece estar suficientemente custodiado. Los vecinos llevan tiempo reclamando una mayor y eficaz intervención policial. En 2014, la Policía dio caza al autor, de 18 años, de algunas de las pintadas en la muralla del Baluard. Al tratarse de una lesión muy grave contra un Bien de Interés Cultural podría ser acusado de un delito de daños intencionados y no solo a una falta. Con todo, las pintadas siguen manchando las murallas.

Quejas

Recientemente a través de las redes sociales, un grupo de ciudadanos se hacía eco de nuevos ultrajes en el Baluard del Príncep, una zona en la que no suelen verse policías o agentes; sí, agentes de la ORA en las inmediaciones.

Dos años atrás, y tras años de obras, se abrió al público esta fase de la rehabilitación que Elías Torres y Martínez Lapeña vienen desarrollando en Dalt Murada desde hace 30 años. Las obras han permitido recuperar para la ciudad una zona de uso militar que está en la primera línea marítima de Palma.

En estos momentos, quedan las reformas en el foso en la calle de Bala Roja y, sobre todo, el Baluard del Rei, que va desde s'Hort del Rei hasta la escalinata de la Catedral. Las obras han sido financiadas en un 75 por ciento por el ministerio de Fomento, con un valor de 3,5 millones de euros.

Aún no se sabe si los 5,5 millones de euros restantes que necesitan para rematar la dilatada reforma van a llegar desde Madrid a Palma. Todo indica que habrá que esperar puesto que aún no ha habido una respuesta concreta por parte del Gobierno central. Mientras, manos anónimas siguen cebándose con un bien de todos: el Baluard del Príncep.