Diario de Mallorca

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Crónica de antaño

El príncipe de Viana en la Ciutat de Mallorca

Cerca de la Lonja se construyó un puente para que desembarcase el príncipe.

Carlos de Aragón, nacido en Peñafiel (Castilla) en 1421, fue el primogénito del infante Juan -duque de Peñafiel y de Montblanc (futuro Juan II de Aragón)- y de Blanca, hija del rey de Navarra, Carlos el Noble. Al año de nacer, su abuelo materno murió, por lo que su madre heredó la corona de Navarra, mientras que él fue nombrado príncipe de Viana, título que portaban los herederos de ese reino. Pasó la mayor parte de su infancia y adolescencia en Olite, donde recibió una refinada educación. Al morir su madre en 1441, debía convertirse en rey de Navarra y duque de Nemours, pero una cláusula en el testamento de la reina Blanca le suplicaba que mientras viviese su padre no usase el título real. A partir de entonces empezaron los problemas entre padre e hijo y una fuerte rivalidad. Carlos cumplió a regañadientes la voluntad de su madre aunque, sin ser proclamado rey, pudo gobernar Navarra nueve años.

En 1444, su padre Juan contrajo nuevas nupcias con la ambiciosa y temible Juana Enríquez, lo que le sumergió en las intrigas y luchas castellanas, especialmente contra el partido de Álvaro de Luna. Juan se alió con Enrique, heredero del trono de Castilla, mientras que Álvaro de Luna lo hizo con el príncipe Carlos. De esta manera salió a la luz el enfrentamiento entre padre e hijo, entablándose una larga guerra civil. En 1455, el rey Juan desheredó a su hijo, por lo que Carlos huyó a Nápoles en busca de la protección de su tío, el rey Alfonso el Magnánimo. En 1458 la situación se tornó más adversa para el príncipe de Viana, pues murió, sin descendencia, su tío Alfonso, por lo que Juan, hermano de Alfonso y padre de Carlos, fue proclamado rey de la Corona de Aragón "a la avanzada edad de sesenta años, siendo un viejo avaro, sensual, anémico y casi ciego".

Ante esa nueva situación Carlos se trasladó a Sicilia, donde fue muy bien acogido por los sicilianos que guardaban un vivo recuerdo de su madre (en primeras nupcias, Blanca había estado casada con Martín el Joven, rey de Sicilia). Allí se intituló primogénito y gobernador de la Corona de Aragón. Establecido en Palermo, creó una fastuosa corte. El rey Juan se percató del favor que gozaba Carlos en Sicilia. Su aceptación era tal que temieron que fuese proclamado rey de aquella isla, por lo que actuaron rápidamente. El monarca prometió la reconciliación con su hijo, el perdón de sus seguidores y colmó de privilegios a la aristocracia siciliana. Carlos decidió trasladarse al reino de Mallorca para preparar su regreso a la Península y su posterior acto de reconciliación con su progenitor.

Una de las primeras noticias que se encuentran en Mallorca, facilitada por el historiador Ramon Rosselló, a propósito de la visita de Carlos de Viana, data del 28 de mayo de 1459. En las actas del Gran i General Consell de ese día se puede leer cómo se informaba a los Jurados de la venida del hijo primogénito del rey: "€ los dits honorables Jurats eren certificats de la venguda qui prestament sich sperave esser del príncep fill primogènit del molt alt senyor Rey nostre". En dicho documento también se conminaba a las autoridades a organizar los preparativos para recibir a Carlos y se recordaba construir un puente de recepción y el pabellón para darle acogida. , así como también de qué forma se debían pagar todos los gastos. Para ello se nombró una comisión encargada, cuyos miembros surgieron de las filas de los jurados de la Universitat de la Ciutat i Regne de Mallorca.

El 8 de agosto estaba todo preparado para recibir a Carlos de Viana. La comisión que había sido nombrada para el recibimiento informaba de todo lo que se había organizado, haciendo hincapié en el palio que se había encargado para la ocasión. En ese informe los jurados también informaban de la construcción de un puente colocado en el muelle, en las inmediaciones de la Lonja, para que el príncipe pudiese desembarcar. También había encargado dos pendones nuevos: uno real (la bandera de las cuatro barras catalanas) y otro de la Ciudad y Reino (la bandera cuarterada con las cuatro barras y el castillo de la Almudaina. Además, para el banquete de la fiesta del recibimiento, se compraron seis terneros grandes, treinta pares de gallinas y treinta pares de pollos, cien piezas de queso, diez pares de pavos reales.

El príncipe de Viana debió llegar durante el mes de agosto de ese año, pues el día 29 de ese mismo mes, el rey Juan II escribió una carta a Vidal Castellà d´Orís, lugarteniente general de Mallorca, en la que le mostraba su alegría por la recepción dada a su hijo por parte de las autoridades mallorquinas.

Parece ser que en octubre el príncipe se había quedado sin dinero, pues solicitaba "alguna quantitat de moneda" a los jurados. De esta manera, a finales de ese mismo mes, el Gran i General Consell decidió entregarle 1.200 libras, 800 de parte de la Ciudad y 400 de la Part Forana, aunque esa cantidad no pareció suficiente a Carlos de Viana. En los castillos de Bellver y de la Almudaina también se hicieron obras y se fabricaron muebles (donde había "taulas de Vanèssia e de Nissa") para dignificar la estancia real.

A finales de 1459, sabemos que el primogénito de la Corona se encontraba merodeando por Alcúdia y otros lugares de la isla, pues se conservan los gastos en comida y bebida, así como el alquiler de mulas por un período de cuatro días. Por lo demás no se tienen muchos más datos de lo que hizo el príncipe durante su estancia en Mallorca. Sí se sabe que el 6 de marzo de 1460, el rey Juan II comunicaba a los jurados del Reino que su hijo debía abandonar la isla. El día 26 de ese mismo mes, Carlos de Viana zarpaba de Mallorca rumbo a Barcelona a bordo de una galera propiedad de Pau Sureda, junto a cinco naves más. De la isla se llevó la Summa de Santo Tomás, constituida por varios libros. Esa obra -valorada en 120 florines de Aragón- había sido prestada al príncipe por el cabildo de la Catedral, lo que hace pensar en las inquietudes intelectuales del heredero al trono.

En la Ciudad Condal tuvo lugar la reconciliación, con gran aparato, entre padre e hijo. Poco duró la paz, gracias, sobre todo, a las malas artes de la madrastra, Juana Enríquez, que se preocupó muy mucho de enfrentar de nuevo a padre e hijo. El príncipe Carlos no tardó en convertirse en cabeza de los catalanes -enfrentados duramente con el autoritario Juan II-; aunque lo fue por poco tiempo, pues la tisis acabó con su vida. Murió en Barcelona en 1461, dejando vía libre a heredar el trono a su hermanastro Fernando, el mismo que unos años después reinaría como Fernando el Católico.

*Cronista oficial de Palma

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