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Palma a Palma

La voz del pasado

La voz del pasado

Cuando lees la historia de Palma, las murallas ocupan siempre un lugar importante. Sobre todo las medievales, que fueron las que conocieron episodios de guerra y devastación. El cinturón amurallado del XVI, del que se conserva una pequeña parte, no conoció hechos bélicos destacables. Pero los muros de la época musulmana sufrieron ataques feroces y asistieron a la destrucción de la ciudad, tanto durante el episodio catalanopisano del siglo XII como durante la conquista de Jaume I.

Sin embargo, esas venerables construcciones que tantos testimonios conservaron en sus piedras han desaparecido en gran parte. Del cinturón medieval solo quedan algunos indicios en la Porta des Camp, bajo el mirador de la Seu y, sobre todo, en el recinto del Baluard.

Siempre me ha parecido que las paredes antiguas constituyen auténticos libros de piedra. No son tan mudas ni impenetrables como se piensa. Pero su lenguaje es sutil, escondido. Hay que descifrarlo poco a poco. Una vez has conseguido entrar en su universo, las paredes antiguas te hablan.

Es algo que muy poca gente sabe, pero el fragmento de muralla medieval del Baluard de Sant Pere tiene mucho que contarnos. Cuando entras en la explanada, se halla a la izquierda. Un paredón magnífico, que al final linda con la parte exterior de una torre. Probablemente en ese mismo vértice, donde estuvo la entrada del acuartelamiento y hoy se baja hacia el Puig de Sant Pere, se abriera la puerta de Portopí. Vale la pena contemplar un buen rato esa muralla. Se aprecian los sillares más modernos, junto con otros de mayor antigüedad, y las típicas superficies de tapial. Estas paredes vieron la llegada de los barcos pisanos. Posteriormente, delante de ellas se realizó alguna de las negociaciones entre los nobles de Jaume I y los defensores de Madina Mayurqa. Por ahí escaparon muchos de los sitiados, cuando la ciudad cayó. Momentos de angustia, de lucha y de muerte. La ciudad ha cambiado con posterioridad. Integrando los restos antiguos en otras construcciones más recientes. Y cuesta abrir esos libros de piedra, ya tan raros y tan escondidos. Para escuchar la voz profunda del pasado. La voz que dicta la piedra.

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