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Sa Torreta

'Souvenirs' en la Costa del Teatre

Una postal de cuando se vendían bolsos y sombreros.

La Costa del Teatre pierde su colorido a pasos agigantados a medida que cierran las casetas de venta de souvenirs. Ni siquiera los cambios en las mercancías que ofertan parecen relanzar la actividad. Quizás porque el turismo de hoy no muestra un especial interés en cargar sus maletas con recuerdos de Mallorca. En la tarjeta postal que ilustra el artículo predominan los sombreros, entre ellos los inefables mexicanos, y los bolsos. Hoy cuelgan las camisetas del Barça, del Madrid, del Chelsea o del Milan como elementos más llamativos entre los puestos a la venta. Sin embargo, los rótulos aún delatan cuáles fueron los primitivos negocios. Pero esa es una historia que merece ser contada con cierto detalle.

La cuesta no existía antes de que en 1823 se derribara la Casa Negra o Casa de la Inquisició. Con la construcción de la plaza Major se pensó en la conveniencia de unirla con la del Mercat. Y, tras las habituales vicisitudes burocráticas que alargaron el procedimiento más allá de lo previsto, en 1828 se abrió al tránsito del público. En 1851 se decidió sustituir la rampa por una escalera y seis años después se dio el paso decisivo para la instalación de las casetas. Una decisión motivada por cuestiones estéticas y económicas.

Lo cuenta Diego Zaforteza y Musoles en su obra La ciudad de Mallorca: "Con el fin de aumentar los fondos públicos y al mismo tiempo disimular la mala alineación de la cuesta en la parte derecha subiendo, se ideó colocar una serie se casetas de madera adosadas al desigual muro". Los primeros en abrir el negocio fueron Bartomeu Frontera, Jaume Trías y Joan Alcover. Las tiendas se dedicaban a la venta de artículos de loza, cristal y mimbre. Enfrente, en la parte peatonal, se colocaban vendedores ambulantes de ropa y plantas.

En una de las casetas todavía se lee el rótulo de La loza mallorquina. Sin embargo, quienes han sobrevivido lo han hecho siguiendo las leyes darwinianas. Eso es, adaptándose al medio y a la demanda de cliente. Mayoritariamente un turista que recorre Palma en día de lluvia o nublado.

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