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Entrevista

Antonia Crespí Bennássar: "La tendencia en el mercado inmobiliario de lujo es alquilar en vacaciones"

Antonia Crespí Bennássar es una número uno mundial en ventas de casas de lujo. Guillem Bosch

Antonia Crespí Bennassar podría ser perfectamente la protagonista de una película norteamericana tipo Sexo en Nueva York. Es una de las mayores vendedoras de casas de lujo en el mercado internacional. No se mueve por menos de cifras de cuatro ceros, si hablamos de alquiler, y de cinco, si estamos ante una venta. Es de Palma, tiene 42 años, dos hijos de 18 y 19, vive en Gstaad y se codea con los más ricos entre los ricos. Después de seis años en la localidad suiza donde el lujo es lo corriente, vuelve a Mallorca. "Es duro trabajar allí. Estoy agotada y necesito trabajar con gente normal. Quiero ser independiente y libre; los ricos son muy inseguros. Tengo hambre de cultura", confiesa en un rapto de sinceridad. Sin embargo, no es un adiós ya que junto a Christian Vökers, el 50 por ciento de la inmobiliaria de lujo Engels & Vökers, abre en Mallorca Luxury Travel, una oficina con sedes en Nueva York y Hamburgo, de alquileres vacacionales de lujo. Trabajará con equipo mallorquín. "Barro para casa", sonríe.

"La vida está cambiando. Las familias modernas viven en distintas ciudades y no durante estancias prolongadas. Los ricos ya no quieren inversiones permanentes sino que prefieren disfrutar de distintas experiencias en el mundo. Huyen de problemas de impuestos. El alquiler vacacional de lujo está al alza", expresa. Habla de rentar casas que parecen de mentira por 50.000 euros a la semana y no más de tres casas en el mismo sitio. La exclusividad en este mundo es un valor indiscutible. Mallorca será base de esta mallorquina sagaz, rápida, trabajadora que ha cautivado a la élite del mundo. Cuando habla es clara, llana, cálida.

-Estudió Historia del Arte, master en arte contemporáneo en Sotheby's, fue gerente en una empresa internacional de publicidad y creó su propia empresa inmobiliaria hasta ser una de las grandes vendedoras de casas de lujo. ¿Cómo fue esa evolución?

-La vida te lleva. No lo planee. Me giro y pienso: nunca debes tener miedo al cambio. Me separé y mi marido se fue a vivir a Suiza. Quise que nuestros hijos tuviesen una educación mixta y estabilidad. Una Nochevieja hice dos maletas y me fui a Barcelona de camino a Suiza. Nunca he vuelto. Han pasado seis años. No hay que tener miedo. Es lo peor. Claro que yo en Palma tenía una inmobiliaria y me iba muy bien. Uno de mis clientes me cogió como jefa de ventas en su empresa constructora de alto nivel en Suiza, Austria. Le vendí terrenos y un hotel en Mallorca. Me dijo: 'si eres capaz de vendernos a nosotros, te vienes aquí'.

-¿Qué se necesita para ser una buena vendedora en un mercado que no imagino fácil?

-¡No voy a descubrir el remedio del cáncer, lo mío es por necesidad! Un buen vendedor tiene que tener psicología para entender a la persona que está delante, saber ponerte en su piel, en sus necesidades, en sus inseguridades. El rico tiene muchas. Nunca está seguro de si quien está con él es por interés o no. Y, desde luego, trabajar muy duro y ser muy serio."El mallorquín es hipócrita: dice que no alquila ni vende pero todo está en alquiler o a la venta"

-Y contactos...

-Es una parte, pero lo primordial es la seriedad y el trabajo bien hecho. Que te encuentren en la oficina. El suizo es muy serio.

-Sé que ha vendido casas a cantantes, actores, músicos de quitar el hipo.

-No puedo dar nombres, pero no me muevo entre las celebrities mayormente. Mis clientes más importantes son millonarios de varias generaciones que viven entre Londres y Nueva York, tienen la residencia en Mónaco, chalet en Gstaad y casa de vacaciones en el Mediterráneo. Son discretos y tengo la suerte de que he hecho amistad entre ellos y me respetan porque no me gusta aparentar lo que no soy. Han encontrado en mí a una persona eficaz. Pero debo decir que ser mujer en Suiza es muy duro porque es una sociedad muy conservadora y es difícil entrar en sus círculos. Son muy cerrados. Allí es más fácil si eres la mujer o la hija de alguien.

-¿No le da vértigo tanto dinero?

-Para mí es abstracto. Cerrar, como acabo de hacer, dos operación de 15 y 32 millones de euros, no me hago a la idea. Tengo respeto al dinero de mis clientes y siempre hacemos ventas correctas. Nada de pelotazos. Las casas son vidas, muertes, cambio de generaciones, inversión. Es un terreno con mucha complejidad. Me he vuelto una experta en impuestos, en leyes..."El resto del mundo busca e imita nuestras artesanías, y nosotros las cambiamos por franquicias"

-¿Tiene usted el corazón partido al ver como mallorquina que la isla está en venta y que puede dejar de ser de los mallorquines?

-No creo que esto ocurra; ¡Gstaad tampoco es de los suizos! aunque el mallorquín es hipócrita porque dice que ni vende ni alquila y no es cierto. Mallorca entera está en alquiler. La isla interesa mucho, desde siempre. La mala prensa, la corrupción, los cambios políticos han hecho mucho daño como la prensa alemana sobre Magalluf pero la isla sigue teniendo un núcleo de fans entre familias arraigadas aquí, que aman su cultura. Hay muchos que quieren Mallorca y hacen cosas sin que nadie lo sepa. No es el mismo tipo que el de Eivissa o Saint Tropez. Hay familias suizas, alemanas, que son embajadoras de la isla. Lo que les gusta es la discreción. Hay un circuito de fiestas pero les gusta pasar desapercibidos. El suizo es muy respetuoso, y no le interesa hacerse con la isla.

-Palma está exhausta. Ser número uno como destino turístico tiene un precio. ¿Qué opina?

-Cuando llegó al poder la izquierda hubo quien tuvo miedo por sus medidas como la ecotasa. Yo creo que deben tomarse. Si Palma, Mallorca, quieren aspirar a un turismo de calidad deben ser restrictivos; ya puede acabar con el turismo de cruceros que es destructivo. Me horroriza que desaparezca el comercio tradicional en aras de las franquicias. ¡Qué estupidez! El resto del mundo imitando la artesanía de Mallorca y aquí están rendidos a las franquicias. Palma no puede permitirse esos rótulos luminosos en las fachadas como no puede permitir esos souvenirs chabacanos en el centro de la ciudad antigua. El mallorquín no aprecia lo suyo."Si Palma quiere optar a un turismo de calidad ya puede acabar con el de cruceros y quitar souvenirs"

-Es probable que esas fortunas que sustentan sus clientes estén fundamentadas en negocios no limpios. ¿No le ha causado alguna vez escrúpulos?, ¿ha seguido la pista del dinero?

-No trabajo con clientes 'raros'. Me relaciono con la tercera generación. Puede que en su origen la riqueza familiar se asiente en asuntos no claros pero mis tratos son súper legales. Todo es limpio. No hay ni que mencionarlo.

-¿Cuántas horas trabaja?

-¡Todas! Por eso vuelvo a Mallorca, porque seguiré trabajando muy duro pero quiero hacerlo con gente normal.

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