Estrenando la temporada turística, durante la primera semana de julio, un vertido de aguas contaminantes mantuvo cerrada la playa de Ciutat Jardí durante dos días. El incidente fue generado, según explicaron desde Cort, "por una cadena de fallos". En ese caso no fueron las precipitaciones sino que fue un error técnico el que causó que la depuradora de aguas del Coll d'en Rabassa se desbordase. Además, uno de los filtros no se activó, por lo que el agua que salía de la planta no era limpia.

Tras dos días cerrada al público y a la espera de los resultados del segundo análisis se decidió permitir de nuevo el baño, ondeando la bandera amarilla desde el puesto de socorristas. A los pocos días la actividad de la playa volvió a la normalidad, una vez se determinó que el agua no era perjudicial para la salud. En aquella ocasión la presidente de Emaya ya no pudo asegurar que la situación pudiera repitiese en el futuro.