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Palma a Palma

Mosquito a bordo

Mosquito a bordo

El automóvil ha supuesto grandes comodidades para la Humanidad. Aunque también comporta aspectos negativos. El último de ellos es el mosquito tigre. Una especie de aviso pre-apocalíptico de los daños que puede causar la globalización unida al automovilización absoluta de nuestra sociedad.

El mosquito tigre viene de tierras asiáticas. Su tamaño es ligeramente inferior al autóctono. Vuela a baja altura y se diferencia del mosquito local porque no emite sonido alguno. Cosa que no hubiera permitido a Aristófanes su famosa broma sobre unos sofistas discutiendo si el mosquito "zumba por la trompa o por el culo".

Además, sus hábitos son muy diferentes. Sale de día, sobre todo a partir del mediodía, y no a la anochecida al modo de los mosquitos como Dios manda.

El mosquito tigre está colonizando cada día nuevas zonas. Gracias esencialmente... al automóvil.

Llegó de Thailandia. Oculto en las anfractuosidades de neumáticos para reciclar. De allí comenzó su expansión. Busca el interior de los automóviles como el medio más parecido a su jungla originaria. De manera que basta con dejar una puerta o ventanilla abierta para que, zas, se meta un mosquito tigre y se dedique a criar.

El coche actúa además como un vector de expansión. Los estudios demuestran que ese insecto molesto, y capaz de trasmitir enfermedades tropicales, se ha ido extendiendo a través de la autopista del Mediterráneo que une Catalunya con Andalucía. El mosquito ni siquiera tiene que volar grandes extensiones para ganar terreno. Le basta con subirse a un coche ajeno. Ello ha originado incluso que los Mossos d'Esquadra hayan montado "controles anti-moquito tigre". Para intentar frenar su imparable expansión.

El mosquito tigre se ha subido así al tren de la modernización. Es una lacra de los tiempos en que el coche atraviesa todas las fronteras, une todos los territorios. Ha encontrado el mejor de los escondites. Entre las alfombrillas y los asientos.

Y siempre con una víctima cerca.

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