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Palma a la vista

El ´photocall´ de la ciudad

La escultura de Pep Llambías es el decorado perfecto para hacer un clic de Palma.

La Universiada pasó sin pena ni gloria aunque a algunos les supuso mucho de lo segundo y a otros, bastante más de lo primero. El dinero público pagó los doce mil millones de pesetas. ¿Le duele aún la factura?

Con el motivo de celebrar los fastos deportivos que pasaron bastante desapercibidos, Palma se adornó con una ristra de esculturas, algunas de muy discutible calidad. Otras sí la tienen.

Una de ellas se ha convertido con los años en el photocall de la ciudad. Su autor, el artista Pep Llambías, es listo pero no sé si imaginó que sus cinco letras invertidas formando el nombre de la ciudad iban a ser el clic del verano.

Emplazada en el paseo Sagrera, nadie se para delante del Consolat de la Mar a hacerse la postal turística. Algunos sí se suben a los cañones que tiene delante pero nadie posa delante de la casa del gobierno autonómico.

Sin embargo, es un flujo costante que la pieza de Llambías sea el marco perfecto para hacerse su souvenir de Palma. "Me gusta ese color rojo chillón", asegura una joven de la región italiana de Campania que junto a sus dos amigas ejerce de maestra de ceremonias. Las va colocando, las enmarca en la pantalla del móvil, y las conmina a ponerse así asá. La Pasolini de turno escucha con alborozo las felicidad de las dos gracias.

Le llega el turno a una familia rusa. Se colocan sentados en el escaso margen que les da el pequeño pedestal sobre el que se asienta en la hierba la obra del artista de Alaró. Forman una composición propia de retrato decimonónico, calco de aquellas fotografías que se hacían en el estudio y que colocaban un fondo ficticio. El retrato como herramienta para otorgar estatus al retratado. Era caro. Hoy estamos atrapados en la vanidad del selfie. Son billones de nosotros mismos haciendo muecas. Curiosamente son pocos los que se hacen autofotos con el fondo de las cinco letras.

No hay empellones para el posado. Los turistas aguardan con calma que acabe el turno quien se sube, se sienta, apoya su cabeza, hace carantoñas al novio, con Palma por testigo. En rigurosa cola, van pasando los que se llevarán a sus casas, al otro lado del océano, a sus pisos de extrarradio en ciudad inglesa o a sus huertos en la campiña de Francia, o a su puesto de trabajo en una fábrica de galletas de chocolate, esa trozo de ciudad representado en cinco letras.

A Llambías le quieren más afuera. ¿Hay algún palmesano que se haya retratado junto al nombre de su ciudad? ¿Alguno lo ha elegido como lugar donde inmortalizar un instante feliz? Cualquiera quiere tener un instante de gloria. Una fotografía lo otorga. Pero hoy los móviles han acabado con una regla de oro en fotografía: la paciencia. Pose para Palma y verá.

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