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Comercio

Hay vida después de la ensaimada

Las tiendas gourmet, cada vez más frecuentes en la ciudad, ofrecen a palmesanos y turistas productos autóctonos artesanales que huyen de los tópicos gastronómicos

Una familia hipnotizada por la repostería isleña.

El centro de Palma se está volviendo gourmet. En los últimos años, en las calles más céntricas de la ciudad se han ido instalando tiendas en las que su atractivo principal es la calidad del producto. Miel ecológica, sal de flor de ses Salines o sobrasada de cerdo negro son algunos de los alimentos que estos establecimientos ofrecen tanto a residentes como a turistas. Llama la atención que la ensaimada, el dulce más típico de la isla, no sea el producto estrella de estas delicatessen.

Las tiendas gourmet se reconocen, especialmente durante el verano, por tener sus escaparates llenos de curiosos turistas, que tras varios segundos contemplándolo se adentran a comprar alguno de los productos autóctonos y artesanales. En pocos meses se ha creado una ruta gourmet que recorre desde la calle Sant Francesc hasta el final de Sant Miquel. Son escasos los metros que separan unas tiendas de otras, en menos de un kilómetro hay diez.

"Vendemos un alimento de la isla, elaborado por nosotros de la manera tradicional", explica Amparo Díez, directora comercial de Mallorca Delicatessen. Esta empresa familiar ha abierto en los dos últimos años dos tiendas en el centro de Palma. "Somos una pequeña empresa que empezó en Llucmajor y pensamos que era buena idea expandirnos a la capital, que es donde se concentran más turistas", explica Díez.

Entre este boom de tiendas gourmet, Can Ferrerico destaca por ser una de las pioneras. A punto de cumplir cuatro años, su establecimiento de plaza de Santa Eulàlia es un no parar de gente. En su escaparate relucen numerosos postres típicos de la reportería mallorquina que acaban siendo fotografiados por algunos transeuntes. "Nuestro cliente es el residente y el extranjero pero somos conscientes que el prioritario es el mallorquín, que es el que está durante todo el año", asegura Paqui Jiménez, encargada de las tres tiendas que tiene la compañía. "El turista va cambiando según el mes. A partir de septiembre viene uno de mayor calidad", añade.

Un turista observa una tienda de Palma. B. JAUME

Las tiendas delicatessen ofrecen productos variados. Las hay que venden alimentos muy diferentes y las hay que se especializan en un manjar en especial. Caminando por las calles del centro se pueden encontrar hasta tres establecimientos en los que se sirve exclusivamente jamón. Otros en cambio han decidido centrarse en artículos más típicos de la isla.

"El producto principal que vendemos es la flor de sal de ses Salines", detalla Xavier Borrás, empleado de Llum de Sal. "La producimos nosotros mismos y sus propiedades químicas hace que sea un gran potenciador de sabor", comenta el dependiente. En Can Ferrerico su elemento estrella es la sobrasada de cerdo negro. "Llevamos diez años haciéndolas artesanalmente y la gente lo sabe", asegura Jiménez.

Mayor competencia

Los calcetines altos y las mochilas en la espalda delatan al tipo de cliente del verano. Se pasean, miran, tocan y, a veces, compran. "Estos meses están siendo peores que el año pasado. Ha disminuido casi un 30%", lamenta Díez. "Además, depende mucho de si el turista se hospeda en un hotel o viene de crucero", añade.

La competencia ahora es mucho mayor. Las tiendas deben repartirse a los clientes y las ventas en algunos establecimientos se ven afectadas. En otros, en cambio, la afluencia sigue siendo la misma que años anteriores. "Ofrecemos un producto de calidad a un precio muy asequible. No nos importa el aumento de competencia porque hacemos las cosas bien", detalla Jiménez. La hegemonía de la ensaimada parece estar en peligro.

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