Tropas que recorren en formación las calles y acampan en las inmediaciones de puerto. Decenas de embarcaciones revisando velas, sogas y haciendo acopio de pólvora y balas. Caballos nerviosos por el trajinar de los soldados. Cientos de estibadores cargando alimentos, armas y agua. Esposas que despiden a su marido con la duda de si volverán a verle. Mujeres sin esposo a la caza de unas monedas de hombres sin esposa. Nervios, gritos, equinos que relinchan. Curiosos ensimismados por el movimiento inusual en una capital habitualmente calmada. Así debe ser una ciudad portuaria en vísperas de la salida de un ejército que se va a la guerra. Este debía ser el ambiente que vivía Palma hace 500 años, el 14 de julio de 1515, un día antes de que la soldadesca partiera rumbo al norte de África para combatir al infiel.
Bujía, una de las posesiones de la corona de Aragón en el Magreb estaba amenazada por el pirata Horuc Barbarroja. El rey Fernando decidió mandar un ejército para evitar que la plaza cayera en manos de los turcos. Recurrió a los mallorquines y a los valencianos, que eran quienes se encontraban más cerca de la plaza asediada. El Socorro de Bujía, se llamó a la expedición.
El 15 de agosto partió de Palma un ejército de 3.000 hombres comandados por el virrey Miguel de Gurrea. Al día siguiente las velas mallorquinas ya estaban frente a la ciudad hostigada. Las tropas consiguieron entrar en las murallas "con todos los socorros y bastimentos". La moral entre los sitiados aumentó. El 26 de agosto las fuerzas de Barbarroja intentaron por dos veces la toma de Bujía y en ambas ocasiones fueron rechazadas. La derrota obligó a Barbarroja a levantar el sitio.
Los mallorquines regresaron victoriosos. El puerto debió llenarse de nuevo de actividad. Las caras de preocupación del día de la partida mudaron a la alegría por el triunfo. Salvo las de quienes buscaron en vano a sus seres queridos. Palma una ciudad levantada en armas hace medio milenio. Que los dioses permitan que transcurran otros 500 años antes de que se vuelva a vivir un ambiente como el del 14 de agosto de 1515.
