Una escuela de verano sobre el mar. Los estudiantes, que actualmente se están formando para ser oficiales de la marina italiana, han amarrado en Palma, donde además de mejorar su aprendizaje tendrán tiempo para visitar los encantos de la ciudad. "Nos embarcamos en este bergantín para hacer el adiestramiento de verano con un itinerario por el mediterráneo que dura dos meses y medio", explicó ayer Roberto Ruggiero, comandante de los alumnos, durante una visita al buque. Atracado en el dique del Oeste, el velero Palinuro es la segunda embarcación, tras el Américo Vespucci, más importante de la marina en la formación de futuros oficiales y suboficiales.

"La vida en el mar es completamente distinta a la de la tierra", aseguró Cecilia Scalia, una de las dieciocho mujeres cadete abordo del buque. "Aquí se viven un sinfín de experiencias. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos no paramos de hacer cosas", añadió. En el velero los alumnos reciben diferentes lecciones esenciales para su formación. "Por un lado les enseñamos a ser profesionales de la marina, a planificar la navegación y a conocer lo que es la vida en el mar", comentó Ruggiero. Según Michelle Spezzanno, agregado de defensa de la embajada italiana en Madrid, "en este barco se hace todo de forma tradicional. Las velas, por ejemplo, se izan manualmente. Esta experiencia tiene que ser única en la vida de los cadetes".

Durante las diez semanas a bordo, entre otras cosas, los alumnos realizan deporte diario, estudian para sus exámenes universitarios y reciben la ética militar que trata de implantarles la manera en que debe portarse un oficial una vez superado los estudios. "Nuestra rutina empieza a las 6,30 horas, desayunamos y limpiamos el camarote", destacó Giovanni Iabi, uno de los cadetes.

"Cuidamos hasta el último detalle. Tratamos de garantizar que todo esté a la máxima perfección y muy pulcro", explicó Iabi respecto a la limpieza del barco. "La disciplina es un poco dura, similar a la de la academia, pero ello nos garantiza poder organizar mejor nuestro tiempo" subrayó Scalia. Los cadetes deben ir uniformados y atender a todas las órdenes que su capitán les dé pero también tienen momentos de diversión.

El buque dispone de las instalaciones necesarias para poder vivir en alta mar. En la cocina, ayer a las doce ya se preparaba el menú para los 131 pasajeros: pizza y hamburguesas. "Si somos un velero italiano, la pizza no puede faltar", bromeó Ruggiero. El comedor de los cadetes, un amplio camarote, es utilizado a su vez de dormitorio y sala de estudio. "A la hora de dormir estiran las hamacas y una cortina separa a los hombres de las mujeres", aseguró el comandante.

Ruta mediterránea

Pese a permanecer en la ciudad durante cuatro días más el velero no se podrá visitar. "Nos gustaría que mientras estamos en Palma la gente pudiera verlo pero por motivos de seguridad del puerto no nos dejan", afirmo Spezzanno.

El próximo sábado el velero zarpará de nuevo, esta vez con destino Isla Magdalena, en Cerdeña. "Aún nos queda pasar por Mahón, Tolón, Montecarlo y Livorno, donde acabará la campaña el 19 de septiembre", detalló Gabrielle Belfiore, capitán del barco.