Un largo camino por delante. Los vecinos del edificio que el jueves tuvo que ser desalojado en Pere Garau por riesgo de derrumbe no regresarán a sus casas, al menos, hasta el año que viene. Varios técnicos inspeccionaron ayer el inmueble para analizar el estado en el que se encuentra. "No serán semanas, sino meses los que pasarán hasta que puedan volver. Generalmente en estos casos se puede tardar unos seis o siete meses hasta que sea seguro regresar", explicó a los vecinos Miguel Amengual, encargado de la seguridad en edificios de Cort.

Junto con los técnicos, los inquilinos del inmueble subieron a recoger parte de sus pertenencias, principalmente ropa y comida. A partir del jueves o el viernes, la empresa contratada para la rehabilitación comenzará el apuntalamiento. No obstante, antes los vecinos deberán retirar los muebles del interior de las viviendas. "Para reforzar el edificio necesitaremos todo el espacio posible Será completo", aseguró el técnico contratado por la comunidad de vecinos. "Ahora nos urge un trastero o una nave donde los propietarios puedan guardar sus pertenencias", añadió.

Tras apuntalar, que supondrá tres semanas mínimo de trabajo, se analizará el edificio y se harán ensayos para determinar la afección real del inmueble. "Después se podrá plantear el proyecto e iniciar la obra. Es muy complejo porque son ocho pisos", detalló el técnico de la comunidad. "El coste todavía se desconoce, pero seguramente será bastante elevado por ello hemos hablado con el Ayuntamiento para ver si pueden ofrecer algún tipo de subvención", subrayó.

Desde Cort, así como explicó Antoni Noguera, regidor de Urbanismo, "se llevará a cabo un trabajo de supervisión durante todo el proceso de reparación del edificio para garantizar la seguridad". Igualmente, los vecinos que lo deseen podrán acceder a sus casas acompañados en todo momento por los bomberos.

Mientras tanto los inquilinos continúan en casas de familiares o en las viviendas de acogida ofrecidas por los servicios sociales de Cort. "Aunque nos traten muy bien, no se está como en casa. Tengo miedo de que tengamos que esperar mucho tiempo", destacó una vecina del tercero. Por el momento, una cartera aprovechó que los vecinos estaban en la calle para repartirles el correo que tendría que haber dejado en su buzón. El deseo de los residentes es común: poder regresar cuanto antes a su casa.