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Palma a Palma

La esperoterapia

Cuando era pequeño, recuerdo especialmente las visitas al médico. Era un señor adusto, con un piso silencioso y solemne. Lleno de esas orlas enmarcadas con caras de licenciados y diplomas. De cortinas grávidas, sillones mullidos. Y alguna que otra revista atrasada para matar la espera.

La visita al doctor te llenaba de una mezcla de sentimientos. Por un lado, tenías miedo a los tratamientos y las operaciones. Pero por otro, te sentías allí a salvo del mundo. Como si el poder del doctor, oculto en su despacho magisterial, enviara sus efluvios sobre ti. Y por el hecho de estar ahí ya te sintieras curado.

Desde entonces, he observado con sorpresa cómo ese efecto del Doctor Placebo actúa de una forma muy eficaz. Inconscientemente, busco médicos con salitas de espera agradables e inspiradoras. El sólo hecho de sentarme allí me hace sentir mucho mejor. Eso me hace pensar en la posibilidad de inaugurar una nueva especialidad médica. La Esperoterapia. Especialmente recomendada para los hipocondríacos y gente con trastornos psicosomáticos.

Se trataría de una serie de consultorios donde sólo habría una sala de espera. Sin médico. Únicamente esas orlas y diplomas, esos cuadros de cacerías inglesas, esas lámparas de pantalla en pergamino, esos sillones, esas cortinas, esos cristales amortiguantes del sonido exterior. Los pacientes nos sentaríamos allí. Respiraríamos hondo, hojearíamos alguna revista. Cruzaríamos los dedos bajo la nariz en gesto reflexivo. Dejaríamos pasar el tiempo mientras nos sentíamos amparados por el poder hipocrático. Tutelados. Aliviados. Allí, en el templito de la sala de espera, nada podría sucedernos. Pues estaríamos en territorio seguro.

Después de un rato flexible de terapia, nos levantaríamos. Le daríamos la tarjeta del seguro a la enfermera, y saldríamos a la calle mucho más sanos y felices. Sería una auténtica tecnología ´blanda´, sin contraindicaciones. Y probablemente más eficaz que algunos tratamientos.

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