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Sa Torreta

Villa Berck Plage en Santa Catalina

La inscripción se encuentra en la parte superior de la casa.

La primera vez que leí el rótulo me llamó poderosamente la atención. Para los miopes de ordenador no resulta fácil hacerlo porque la inscripción esculpida en piedra se halla en la parte alta del tercer piso de un edificio situado en la confluencia de las calles Dameto y Cotoner, en pleno barrio de Santa Catalina. Sería uno de esos bloques de viviendas habituales en el Eixample de Palma si no fuera por dos pequeños detalles: las cerámicas -probablemente de la cercana fábrica de La Roqueta- que delimitan cada uno de los pisos y adornan los dinteles de puertas y ventanas, y también la inscripción que da nombre al bloque.

Uno está acostumbrado a que se apele a una mujer para bautizar algunas casas. Villa María, Villa Francisca o Villa Joanaina. Incluso se pueden encontrar otros referidos a destinos paradisíacos esparcidos a lo largo y ancho del mundo. Villa Bora Bora, Villa Hawai o Villa Bali. También se pueden rememorar playas de ensueño de los cinco continentes. Villa Acapulco, Villa Copacabana o Villa Ipanema. Lo que uno nunca espera encontrarse es una Villa Berck Plage en el arrabal de Palma. No es alemán ni inglés, es el nombre de una playa francesa ubicada en el paso de Calais, en el noroeste del país galo.

¿Qué debió impulsar al constructor o al propietario de este edificio de Santa Catalina a bautizarlo como Villa Berck Plage? La playa está en el municipio de Berck-sur-Mer, de apenas 15.000 habitantes. En el siglo XIX alcanzó fama porque se convirtió en uno de los destinos favoritos para los enfermos de tuberculosis ósea. En las inmediaciones se descubrió una alta concentración de yodo que favorecía la curación de esta patología. Se impulsó la construcción de balnearios y comenzaron los tratamientos que hoy llamamos de talasoterapia, o tratamientos con productos del mar (agua, algas, barro...). Entre sus visitantes más famosos encontramos al pintor Manet, a la emperatriz Eugenia de Montijo o al mismísimo Rasputín. ¿Fue el constructor del edificio de Santa Catalina un beneficiario o un admirador de las propiedades de Berck Plage?

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